El próximo 4 de octubre se celebra el Día de la Educación Financiera. A la hora de abordar este asunto, me gusta mejor hablar del conjunto de conocimientos, habilidades y experiencias en las relaciones económicas personales. Un enfoque que solo contemple cuestiones financieras se queda corto y descuida otros aspectos básicos de nuestra economía.
Conocimientos que ayudan
- Saber distinguir entre capitalización compuesta y capitalización simple. Una cuestión importante a la hora de plantear una estrategia de inversión o ahorro a medio y largo plazo.
- El método o canon francés, uno de los más utilizados a la hora de amortizar un préstamo.
- La inflación, que puede ser traumática para nuestro bolsillo y ahorro si aumenta en exceso.
- Los componentes básicos de una nómina: el importe bruto, el neto, la cotización a la seguridad social o las retenciones a cuenta del impuesto sobre la renta.
- El IRPF, las bases imponibles y los rendimientos que las componen. Las reducciones y la base liquidable. Las deducciones y la cuota.
- El impuesto sobre el valor añadido. El IVA soportado y el IVA devengado.
- Aspectos básicos de los presupuestos, deudas y fuentes de suministro de energía de mi ciudad, comunidad o país.
- ¿Qué es la política monetaria? ¿En qué consiste la política fiscal?
- ¿Qué es el dinero? ¿Quién lo puede emitir y cuál es el procedimiento?
- ¿Por qué es necesario el desarrollo del comercio? ¿Qué relación hay entre investigación, innovación, desarrollo económico y calidad de vida?
Habilidades para desenvolvernos
- ¿Qué se hacer? ¿Qué habilidades profesionales tengo para ofertar mi fuerza de trabajo?
- ¿Conozco las herramientas digitales e informáticas básicas? ¿Hablo más de un idioma?
- ¿Cómo me desenvuelvo en una negociación donde está en juego una relación profesional, comercial o económica de cualquier índole?
Experiencias y saber práctico
Las experiencias a lo largo de los años son sin duda una fuente de aprendizaje. Como decimos coloquialmente, solemos aprender a golpes. La situación económica familiar, los trabajos por los que hemos pasado, nuestro historial de ahorro e inversión, los préstamos que hemos tenido que devolver o las compras y ventas que hemos tenido que realizar, configuran nuestro bagaje y experiencias en el ámbito económico.
Sería interesante para nuestros jóvenes, que esas lanzaderas hacia la vida adulta que son los colegios, institutos, centros de formación profesional y universidades, fomentasen de igual manera la adquisición de conocimientos, el desarrollo de habilidades y las experiencias prácticas en el campo de la economía. Todo ello, en colaboración con empresas e instituciones.
Si quieres consultar más artículos del autor, entra en su blog: vicentedelrio.com