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12/09/2013junio 12th, 2017
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No fue un día de los que hacen afición. Ni una sesión para recordar. Ni mucho menos un debate con pasaporte a la historia parlamentaria regional.

A falta de un antagonista real para la protagonista, la trama carecía, ya a priori, de verdadero interés. Y la obra resultó como se esperaba: no hubo tensión narrativa ni emoción ni nudo ni desenlace que atrapasen al «espectador». En definitiva, el Debate del Estado de la Región celebrado los días 5 y 6 de septiembre transcurrió aburrido.


Hubiera resultado más prometedor para todos, incluida seguramente la propia presidenta, que María Dolores de Cospedal se hubiera encontrado en la réplica a Emiliano García-Page, pero el líder socialista no es diputado regional y, aunque puede seguir desde el Pleno los debates parlamentarios por su condición de senador autonómico, no tenía posibilidad reglamentaria de intervenir. El caso es que no se cruzaron palabra, ni siquiera para el saludo protocolario.

Así que, pese a la que está cayendo, Cospedal no tuvo que esforzarse mucho para salir sin rasguños de la cita con el que debería ser el momento más importante del año en las Cortes y la política castellano-manchegas. No lo fue. Por momentos parecía un pleno cualquiera. 

De lo que más se hablaba era de las noticias que los diarios nacionales iban publicando con la declaración que la secretaria general del PP había hecho ante el juez Pablo Ruz. Superaron en comentarios a los anuncios de la presidenta para su acción de Gobierno de los próximos tiempos. El más importante fue el ambicioso objetivo de hacer bilingüe la enseñanza pública castellano-manchega en cinco años. Ahora mismo estamos a años luz de comunidades autónomas que, como Madrid, han avanzado mucho en este campo imprescindible de la escolarización actual.

El portavoz PSOE, José Luis Martínez Guijarro, estuvo volunarioso, pero no consiguió acorralar a la presidenta pese a centrar los golpes en los dos frentes más graves que tiene abiertos el PP: el paro, en el ámbito económico; y el caso Bárcenas, en el político. Sus propuestas de regeneración política e institucional no fueron expuestas con la contundencia debida, en la forma y en el fondo, y han pasado desapercibidas socialmente.

El Debate pareció, en realidad, un trámite para todos, fue aburrido y pronto será olvidado por casi todos. Bueno, menos por el síndico de Cuentas, Miguel Ángel Cabezas de Herrera, que se enteró sentado en la tribuna de invitados de las intenciones de la presidenta de suprimir la Sindicatura cuando acabe su mandato, el 22 de noviembre. La lucha contra las duplicidades manda, explicó Cospedal, y desde finales de año la fiscalización de la gestión económica y financiera de la Junta será cosa del Tribunal de Cuentas. Supongo que la proceión iría por dentro, pero Cabezas de Herrera salió a la palestra para mostrar respeto por la decisión y mostrar entereza ante todo y ante todos.

El PSOE valora la medida como un intento del Gobierno de CLM de escapar al control de su gestión, dado que el Tribunal nacional acumula retrasos de caballo y cuando se conozcan sus informes habrán pasado años y años de los hechos. Particularmente creo que la Sindicatura  sería más rápida, pero dudo que ni más ni menos hóstil que el Tribunal. Hay quien piensa al revés, que cuando se crean órganos regionales de control es porque son más fáciles de manejar que los estatales. Opiniones y ejemplos hay para todos los gustos.

CASTILLA-LA MANCHA TAMBIÉN PIERDE CON LA DERROTA DE MADRID

Desde luego se ha hablado mucho más, también en Castilla-La Mancha, del varapalo dado a Madrid y por extensión a toda España, con la eliminación de la capital a las primeras de cambio como organizadora de los Juegos Olímpicos de 2020. No soy experta, pero cuando se habla con cualquiera que pisa más allá de nuestras fronteras lo primero que te dicen es que la imagen de España en el exterior es nefasta y que poco más o menos somos el hazmereír internacional, incluso en países muy detrás de nosotros económica, política y socialmente.

Admitido que el proyecto olímpico de Madrid era el mejor, o por lo menos tan bueno como el de Tokyo, la clave es que tanto Japón, algo evidente; como Turquía, algo menos evidente, pintan más para el resto del mundo que la renqueante España, acosada por el paro en el terreno económico, y el dopaje en el deportivo, que han pesado mucho más que la estela de grandes y limpios campeones individuales y colectivos que integran el deporte español.

Ni nos creen ni nos tienen en cuenta en los escenarios internacionales, incluso en aquellos campos en los que tenemos nombres y equipos mundialmente sobresalientes.

Fue una decepción para todos. Y una pena. Castilla-La Mancha hubiera podido sacar un importante rédito del Madrid olímpico. Estoy convencida de que el beneficio hubiera llegado desde los primeros momentos en los que se empezara a trabajar en esas Olimpiadas.

Pero lo importante es poner los pies es el suelo para saber realmente dónde estamos, sacar conclusiones y seguir trabajando por la recuperación de España. Ya no valen lamentos.

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