sábado, 28 de septiembre de 2024
12/09/2013junio 12th, 2017
César del Río César del Río

Comparto aquello de que al que lo necesita, al que no tiene lo necesario para vivir, al que en definitiva es pobre, porque bien la vida le ha ofrecido sólo su cara amarga, porque no tiene forma de encontrar trabajo por mucho que lo intenta o, sencillamente, por lo que sea, hay que ofrecerle unas garantías mínimas de supervivencia. Vamos, que para vivir tiene que comer. Aquí y en cualquier lugar del planeta. Y si no tiene porque no puede (el que no tiene porque no quiere, porque es un vago redomado, que también los hay, es otra historia) no debería estar más de una semana sin que nadie le atendiera. Para eso elegimos a quienes nos gobiernan, para que solucionen los problemas. También los problemas más acuciantes.

No tengo ninguna duda de que los miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) tienen las mejores intenciones cuando reparten material escolar a quienes no pueden comprarlo sencillamente porque no tienen dinero ni la ayuda necesaria de las instituciones para hacerlo. Porque son las instituciones quienes han de garantizar que no haya pobreza y, efectivamente, no lo hacen. Al menos no del todo. Da igual quien esté al frente de ellas. Las estadísticas no engañan.


Pero lo que no puede ser es que se reparta material robado. Robado por ellos, por mí o por usted. Robar es un delito y está penado por la ley, otra cosa es que la ley se aplique cuándo, cómo y por qué. Robes a quien robes. O, lo que es lo mismo, a los que roban se les identifica como ladrones. Y éstos tienen nombre y apellidos. Los del SAT lo hacen con la mejor intención del mundo, es cierto, pero si todos comenzamos a utilizar el argumento de que robo para repartir entre mis vecinos que no tienen, esto sería la selva, y el caos sería espectacular.

Bien, pruebe usted, ciudadano anónimo, a robar ahora mismo en el supermercado de la esquina. Llame a las televisiones para que lo graben. Explíqueles luego por qué lo ha hecho. Y le auguro que en apenas una hora, o menos, ya ha visitado los calabozos de la Policía. Lógico, ¿no?

No creo que haga falta explicar más.

Demos la vuelta a la tortilla.

Luego nos encontramos con que los deportistas de élite mundial, a los que vamos a ver a los estadios, a los que aplaudimos y a quienes en alguna ocasión nos han llegado a quitar hasta el sueño, se forran. Literalmente, se forran. Ojo a las palabras que ha pronunciado en las últimas horas el entrenador de Rafa Nadal, que además es su tío, acerca del fichaje de un jugador de fútbol por 100 millones. Repito, 100 millones de euros. Decía esto Toni Nadal: «A mí me parece mal que se pague este dinero, pero no por Bale, también me parece exagerado lo que cobra a veces Rafa, lo que cobra el Tata Martino (entrenador del FC Barcelona) o Xavi. Más cuando tenemos en cuenta que un entrenador de fútbol de Primera División cobra mucho más por dirigir a 20 personas que un presidente de Gobierno. Estamos en un mundo de locos».

Donde quienes deberían hacer algo por evitarlo seguro que no lo harán y en el que nadie se preocupa de lo que hay más allá de sus propias narices, añadiría yo.

No se engañen y sigamos siendo pesimistas porque la realidad nunca nos ha demostrado lo contrario. Seguirá siendo siempre así.

Por cierto, en Castilla-La Mancha se celebró un Debate sobre el Estado de la Región hace apenas unos días. No se asusten, no hubo ningún tipo de acuerdo entre PP y PSOE. Unos tendieron la mano y otros se dejaron querer. Como siempre. Minutos después vendría la realidad, la del día a día, que es «pegarse» a base de bien.

Como ven, la vida sigue igual.

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