Imaginen por un momento que el presidente del Gobierno -el actual, Pedro Sánchez, o el anterior, Mariano Rajoy, u otro- está en el Congreso de los Diputados, para contestar a las preguntas de la oposición en la sesión de control al Ejecutivo. Imaginen que, cuando está respondiendo a una pregunta, escucha los habituales rumores y comentarios que hacen algunos diputados y diputadas desde sus escaños. Entonces interrumpe su respuesta y dice: «Da igual, paso«. Deja de hablar, se sienta y no contesta a la pregunta que le habían formulado. Seguro que rápidamente le llamarían un presidente pasota y nada respetuoso.
Eso es, exactamente, lo que ha hecho la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea regional el 11 de noviembre. La diputada Alejandra Jacinto Uranga, de Unidas Podemos, le preguntó cómo valora la gestión que ha hecho su Gobierno de la pandemia de la Covid-19.
Díaz Ayuso comenzó a leer su respuesta: «Levantamos dos hospitales públicos, pusimos en marcha la herramienta vigía y nosotros estamos vacunando a mayor ritmo…». Atribuyó al Gobierno PSOE-Unidas Podemos la responsabilidad de que 100.000 vacunas de las que tenía Madrid hayan caducado y, cuando comenzaba a hablar de las cifras de fallecidos, arreciaron los comentarios desde la bancada morada. Entonces, en vez de continuar hablando o callarse un instante, para que la presidenta de la Asamblea pidiera silencio, a ella se le ocurrió decir estas palabras: «Bueno, de verdad… Hasta luego… Da igual, paso«. Y pasó, sentándose en el escaño sin acabar de leer su respuesta a la diputada de la oposición.
Comentarios, rifirrafes y broncas en los parlamentos
En el Congreso, en el Senado y en los parlamentos autonómicos es habitual que desde los escaños de la oposición hagan comentarios en voz alta mientras habla alguien del Gobierno y desde la bancada del partido que gobierna los hagan cuando hablan los portavoces de la oposición. Eso forma parte de la vida parlamentaria y lo que hay que exigirles es que sus comentarios no impidan escuchar a quien está en el uso de la palabra y, claro está, que no insulten, algo que últimamente ha ocurrido en alguna ocasión en el Congreso.
Los rifirrafes, enfrentamientos verbales e incluso broncas entre los miembros de un gobierno y la oposición son muy frecuentes en todos los parlamentos, con más o menos intensidad. Pero el presidente o presidenta que está hablando en esos momentos no corta su respuesta cuando escucha comentarios de sus adversarios políticos. Díaz Ayuso sí lo ha hecho y a la bancada del PP le ha parecido muy bien este gesto tan irrespetuoso y lo han premiado con un aplauso.
Haber ganado por goleada las elecciones autonómicas en la Comunidad de Madrid, el pasado 4 de mayo, no es razón para que Isabel Díaz Ayuso se muestre en la Asamblea tan soberbia y faltona con los grupos de la oposición como acostumbra a hacer. Cada comparecencia suya provoca muchos mensajes en las redes sociales, unos a favor y otros para reírse de sus afirmaciones, pero ella sigue con la misma actitud porque ve que así le va bien electoralmente.
Desprecia a la oposición de Madrid
Díaz Ayuso desprecia a la oposición. Critica un peinado con rizos de Mónica García (portavoz de Más Madrid), porque le parece pepero, y le dice que no representa a nadie, aunque es la líder de la oposición porque tuvo más votos que el PSOE; critica a Vox cuando le pide explicaciones sobre algún asunto, pese a que es presidenta gracias al apoyo de este partido de ultraderecha… Y siempre se presenta como víctima de Pedro Sánchez y el Gobierno central, al que acusa de actuar contra Madrid.
Se ha convertido -o la han convertido- en algo más que la presidenta de una comunidad autónoma, y ella hace tiempo que decidió enfrentarse directamente al presidente del Gobierno de España más que a los grupos de la oposición en su región. Tal vez por eso los desprecia, como se ve cuando comparece en la Asamblea de Madrid.
Le convendría reflexionar sobre lo que le dijo el portavoz del PSOE, Juan Lobato, después de que ella no terminara su respuesta a la diputada de Unidas Podemos: «Usted necesita enemigos, y los busca dentro o fuera. Pero la política es construir oportunidades, nuevas realidades mejores. Usted no se dedica a construir, más bien todo lo contrario». Díaz Ayuso considera sus enemigos, que no adversarios políticos, a Pedro Sánchez, al Gobierno central, a los grupos de la oposición de Madrid y hasta a Vox, sin cuyos votos no sería presidenta. Ha visto que así le va muy bien, y va a por todas: ahora va a por la presidencia del PP de Madrid, algo que no quieren en la dirección nacional del partido.