Para los creyentes, para los ateos, para los agnósticos, para los que sí pero no, para los que no pero sí, para los que dudan hasta el final de sus días, para los conversos, para los atribulados, para los que rezan, para los que hablan con Dios, para los que le regañan, para los heterosexuales, para los homosexuales, para los ricos, para los pobres, para los famosos, para los que siempre pasan desapercibidos, para los mendigos, para los que trabajan, para los parados, para los que acumulan poder, para los que nunca tendrán nada, para los que viven al día, para los desamparados, para los pelotas, para los honrados, para los justos, para los pecadores, para usted, para los que roban también, para los ultrajados, para los que pisotean, para los que humillan, para los que torturan con la palabra o sin ella, para los graciosos, para los imbéciles, para la gente de bien e incluso para la de mal, para…
Cambio de ciclo. Jorge Mario Bergoglio nos ha dejado patidifusos porque jamás esperábamos una «amenaza» tan aperturista como la que en sus primeros meses ha demostrado un Papa pegado a los problemas de la gente, eso que tanto se echa de menos en muchas ocasiones en quienes manejan el poder. Cuando no puedes actuar de forma directa y atender a tantas ovejas a la vez, descarriadas o no, lo mejor es la palabra. Y si ésta viene de ese «Dios» superior que crean los humanos, que parece ser que llega a todo el mundo, pues mejor. Sobre todo en tiempos de gran desazón, cuando muchos necesitan cariño y hasta ahora sólo les han dado hostias, que les hace no creer «ni en Dios».
Que Francisco me perdone.
No ha dejado indiferente a nadie. Ni a quienes no se lo esperaban ni al espectro más eclesial, conservador y rancio (se dice de las cosas antiguas y de las personas apegadas a ellas) de la Iglesia. Porque ni el mitificado Juan Pablo II se atrevió en muchas ocasiones a hablar así. Claro y directo al corazón de las personas.
Uno que aprende a ganarse a los demás. Que no va de Papa por la vida y que entiende que serlo no es esconderse de los problemas que nos acechan, cada día más, sino de decir las cosas como son. Ya echó un cable como nadie se lo había echado jamás a los homosexuales y ahora define la falta de trabajo como la ausencia de dignidad.
Si muchos de los suyos siguieran al pie de la letra la palabra de «Dios» este mundo daría una vuelta de tuerca en apenas 24 horas.
Mientras, muchos teólogos de la Liberación claman al cielo, al fin alguien de los suyos les entiende…
cesardelrio@encastillalamancha.es