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Toda una vida dedicada al sacerdocio 27/09/2013junio 12th, 2017

El sacerdote toledano Julio Muñoz Cuesta cumple 100 años y a su edad sigue concelebrando misas y confesando a los feligreses en la Basílica de Talavera de la Reina mientras rememora los tiempos en que utilizaba el burro como medio de transporte para ir a los pueblos.
Don Julio, natural de La Mata, ha vivido muchas experiencias en su larga vida y, en una entrevista con la Efe, ha contado, por ejemplo, que cuando empezó el sacerdocio nunca se hubiera imaginado que daría misa de cara al público, como viene sucediendo desde el Concilio Vaticano II.

El sacerdote asegura que lo que más le ha marcado en su vida ha sido la Guerra Civil, en la que «me tocó luchar con los nacionales», dice, «en el frente del Pingarrón, en Madrid», con los zapadores-minadores que sacaban la tierra de las minas, a través de las cuales pretendían alcanzar a los enemigos.


El sacerdote vio la muerte de cerca cuando una bomba explotó cerca de su cabeza y quedó herido, aunque no de gravedad.

De las trincheras, pasó al sacerdocio; fue ordenado en 1941 en Mora (Toledo) junto a 11 seminaristas más en la «primera hornada de sacerdotes después de la Guerra Civil», recuerda con nostalgia.

Su primer destino fue Escariche, en Guadalajara, aunque también pasó por muchos otros municipios de esta provincia: Escopete, Hontoba, Fuentenovilla, Albares, Almoguera y El Pozo de Almoguera.

A finales de 1943 le trasladaron a Espinoso del Rey, en la comarca de La Jara toledana, donde estuvo como sacerdote 13 años y donde al llegar «no me encontré una iglesia, sino una nave en el suelo».

«ERAN TIEMPOS DIFÍCILES LOS DE LA POSGUERRA»

«Eran tiempos difíciles, en plena posguerra, con pueblos mal comunicados, sin carreteras», relata Julio Muñoz. Pero tenía que dar misa, así que más de un día le tocó utilizar la bici, e incluso el burro, como medio de transporte.

Después pasó por Velada, también en Toledo, donde fue párroco durante 27 años. Y, una vez jubilado, le ofrecieron la posibilidad de ayudar voluntariamente en la Basílica de Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina en la que, actualmente, continúa concelebrando misa, confesando y ayudando a dar la comunión.

Don Julio ha conocido diez papas, aunque asegura que «ninguno como Juan Pablo II, que ha convencido más que otros a la Iglesia universal y a las religiones cristianas».

También dice que «Toledo es una de las diócesis en cabeza en el número de vocaciones», algo que le alegra puesto que «la mayoría no tiene seminaristas».

Asegura que «las tradiciones han cambiado» y que «la Iglesia se ha ido adaptando a los tiempos» y afirma que nunca se ha planteado dedicarse a otra cosa que no fuera el sacerdocio porque «tenía mucha ilusión por ello».

APASIONADO DEL ACORDEÓN

Este centenario se confiesa «apasionado de la música» y muy especialmente del acordeón, «el único instrumento que me llena, a pesar de que nunca he aprendido a tocarlo», señala entre risas.

Después de 72 años de ministerio sacerdotal, este cura toledano dice que se encuentra «con fuerzas» para continuar su labor, aunque ya le fallan las piernas y necesita su bastón para caminar.

Hoy viernes celebra su cumpleaños con sus compañeros de la Casa de la Iglesia de Talavera de la Reina y mañana, sábado, será homenajeado con una misa en la Basílica a la que asistirán el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, y el recientemente nombrado obispo auxiliar, Ángel Fernández Collado.

Don Julio tiene cuatro hermanos, dos varones y dos mujeres. La pequeña va a cumplir 90 años y la mayor tiene 103, con lo que todo apunta a que aún le queda tiempo de seguir escuchando pecados bajo secreto de confesión.

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