Somos millones de personas en el mundo y cada una siente a su manera, de una forma completamente diferente. Solo tú sabes la mochila que llevas encima, pero a veces no eres consciente de cuánto te pesa, ni siquiera sabes de qué está compuesta. En ocasiones, cuando pesa mucho es que está llena de miedos e inseguridades y eso da tanto vértigo que resulta difícil de gestionar.
Tan difícil de gestionar, que el suicidio se ha convertido en la primera causa de muerte no natural en nuestro país. A esto le sumamos que el 6,7% de los españoles padecen ansiedad, es la misma cifra que personas sufren depresión, según datos de la Confederación Salud Mental España.
¿Alguna vez has querido quitarte la vida?
Y tú, ¿alguna vez has querido quitarte la vida? Es una de las preguntas que hace Ángela Mialdea en su Instagram. Ella tiene 25 años, es de Cuenca y ha querido quitarse la vida en varias ocasiones, afortunadamente, nunca lo ha conseguido.
Hoy la historia va de salud mental y quién mejor para hablar de ella que una persona como Ángela que lleva desde los 18 años luchando contra las voces que en ocasiones aparecen para decirle que desaparezca del mapa para siempre. Este equipo, encastillalamancha.es, ha charlado con ella y además, ha hablado con su madre como pilar fundamental de Ángela, porque la depresión no solo la sufre quien la padece, sino también todos los seres queridos que están alrededor de esa persona.
Nuestro testimonio comienza así la entrevista: «Llevo siete años con trastorno depresivo ansioso, empecé sin tener ganas de hacer cosas -que yo al principio lo confundía con vaguería-, pero luego empecé a no salir de casa, a no salir de mi habitación, a no tener fuerzas para levantarme… Me tiraba todo el día llorando y no sabía por qué. Coincidió que era época de exámenes y lo relacioné con el agobio que generan. Pero mi madre me llevó al médico de cabecera y me dijo que tenía depresión y que tenía que haber ido antes porque en ese momento ya estaba en un pozo bastante hondo y me iba a costar salir».
Escucha a Ángela en el siguiente audio:
«No teníamos ni idea de lo que era la salud mental, hasta que lo vivimos»
Ese día todo cambió en la familia de Ángela. Las visitas a diferentes psicólogos se convirtieron en rutina y comenzaron, todos a una, a salir de ese «pozo» que sí tenía salida. La vieron al llegar el verano, «yo ya pensaba que estaba bien y dejé de ir al psicólogo, aunque seguía tomando la medicación», asegura Mialdea. Pero la depresión tocó de nuevo a la puerta… «unos meses después me dio una recaída muy fuerte y fue la primera vez que me intenté suicidar».
«Ni recuerdo el día ni que pasó exactamente. Me dio un brote y me tomé mi medicación habitual para un mes. Al rato me dio miedo y se lo dije a mis padres». De inmediato fueron al hospital. No fue un hecho puntual, porque en 2020 se intentó quitar la vida cuatro veces, «me he intentado suicidar bebiendo amoniaco, desangrándome, tomando pastillas de vena…», se le suma que al ser enfermera ella tiene alcance a una medicación más fuerte que cualquier otra persona.
«Al planear mi muerte, cometí un error. Mis padres me salvaron»
«Tardé como un mes en prepararme el suicidio, […] y tuve el error de planear la despedida. Me gusta mucho la Semana Santa y después de ella me iba a quitar la vida», eso tenía en la cabeza Ángela aquella temporada. Pero sus padres, que siempre han ido un paso por delante de ella, lo intuyeron «supongo que por mis actos o por algo que dijera» y dieron la voz de alarma.
Escucha a Ángela en el siguiente audio:
La madre de Ángela, Mari Luz Andrés, ríe cuando le digo que su hija ha reconocido que ellos (sus padres) siempre van por delante, y añade «yo la conozco y sé cuando no está bien». A continuación le pregunto cómo se vive sabiendo que su hija no es capaz de controlar «los brotes» y sentencia… «con mucho miedo. Además, yo sé que su finalidad no es morir, es descansar y supongo que la única salida que encuentra en algunos momentos, es esa […] es un dolor desgarrador».
Lucha contra las voces que le incitan a morir
«Una vez tuve un brote psicótico y oía voces que no me paraban de decir que me quitara la vida» algo que a ella le parece fácil, «un antidepresivo te hace efecto a la media hora, pero el quitarse la vida te hace efecto inmediato», dice. También le ha costado comprender que su pérdida sería irreparable, «me dicen que si me voy destrozaría la vida de muchas personas, que mis padres no lo superarían y nunca llegaría el día en el que pudieran decir `se ha ido mi hija y lo acepto`».
«Confundimos la vida con el sufrimiento»
¿Cómo ayudar a una persona que podría estar en la misma situación que Ángela? Esa es la cuestión… «En cuanto empiece su cuerpo a sentir algo raro, que vaya al médico que si es vaguería y necesita vitaminas, pues genial, pero si es una depresión le va a costar menos salir cuanto antes vaya».
A ella, personalmente, la depresión se le ha manifestado de muchas maneras. «Primero me da la bajona» y después toda esa ansiedad se le manifiesta físicamente, «tengo un nudo en el estómago que me hace vomitar» y ya cuando no puede más «empiezo a desordenar la habitación o lo que es peor, a autolesionarme».
A nuestra protagonista también le costó entender qué era la salud mental, tan debatida en estos últimos tiempos, y explica «yo por fin lo entendí cuando una psiquiatra me dijo que confundimos la vida con el sufrimiento y la manera más rápida era quitárnosla, pero la vida son muchas más cosas y eso es lo difícil de interiorizar. Porque cuando estás mal solo te fijas en el sufrimiento y lo retroalimentas y entonces, necesitas la ayuda de alguien».
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«Yo creo que el psicólogo es esencial» y anima a ir a todo el mundo por el más mínimo motivo «una persona que lleve mal en el trabajo 15 días, ya tiene una razón para ir a un profesional y que le ayude a gestionar sus emociones».
Las redes sociales y la depresión pueden ir de la mano
Después de cerrar su cuenta personal de diferentes redes sociales en varias ocasiones tras sentirse atacada constantemente y después de escuchar infinitas veces la palabra «víctima», Ángela, un día, decide crearse una cuenta de Instagram bajo el nombre La cabeza encima de los hombros, «esta sociedad nos obliga a aparentar que estás bien, por ejemplo yo antes si iba a la playa subía una foto, pero si iba al psicólogo no».
En su nueva cuenta Ángela cuenta sus experiencias relacionadas con la depresión y la ansiedad, muestra una cara poco habitual de esta aplicación, «esa manía de aparentar estar siempre bien, nadie está bien siempre» pero «nos da tanta vergüenza decir que tenemos un problema mental…».
Defiende que se puede tener una enfermedad mental y seguir haciendo vida normal, «la gente se piensa que tener una depresión es llegar a casa y meterte en la cama – que también -, pero una persona con depresión puede salir de fiesta, salir de paseo, a la playa, a un restaurante «porque la enfermedad no se cura quedándote en casa».
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El autocuidado le ha devuelto la vida
«No soy feliz como antes, pero he aprendido a ser feliz con lo que tengo. Antes me hacía ilusión irme a Mallorca, pero ahora tomar una cerveza en un bar bien acompañada, me hace más feliz. Ahora me centro en los pequeños detalles del día a día, soy feliz con lo que tengo, centrándome en las pequeñas cosas».
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Una enfermedad abstracta, que se suele manifestar en soledad y que deja que quién la padece pueda seguir mostrando su mejor cara al mundo. Es algo complicado. Cómo detectar que tienes ansiedad sin confundirlo con estrés o cómo aceptar que tienes depresión sin creer que solo es un día malo. Una enfermedad que no da la cara, pero que está presente y puede desencadenar un desenlace fatal.