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viernes, 22 de noviembre de 2024
Filomena Martín, un ejemplo de superación, juntol a su máquina de coser Singer. Foto: EFE/Ismael Herrero.
Filomena Martín, un ejemplo de superación, juntol a su máquina de coser Singer. Foto: EFE/Ismael Herrero.
"Esto ha sido como una guerra" - 13 marzo 2022 - Sonseca

Esquivar al virus no ha sido fácil para nadie en estos dos años pero Filomena Martín lo ha logrado y ahora que la situación parece ir remitiendo o, al menos, dar una tregua en las relaciones sociales, ansía poder abrazar a sus nietos y bisnietos, a los que no ha tenido más remedio que ver a través de una ventana.

En su casa de Sonseca, en la provincia de Toledo, Filomena ha concedido una entrevista a Efe en la que ha contado cómo ha vivido estos dos años, «con mucho miedo», y sin poder ver a sus nietos ni bisnietos, a los que quiere «con locura» pero aún no ha podido darles ni un beso, y «cohibidos de todo» porque han estado «como secuestrados», ha relatado.


Pegada a su máquina de coser Singer

Rodeada del amor incondicional de sus tres hijos, su nuera y una sobrina que reside en Madrid pero fue a pasar la pandemia a Sonseca, ha permanecido en su hogar durante todo este tiempo junto a su antigua máquina de coser Singer con la que empezó dando puntadas para hacer batas y mascarillas en el confinamiento y no ha dejado de coser, sigue dándole al pedal porque eso le ayuda a distraerse, ha contado.

Recuerda el principio: «Una chica que estaba trabajando en el Hospital de Toledo vino corriendo cuando lo supo, compró una pieza de tela y mis hijas que saben cortar y coser se pusieron a cortar batas, mi hijo ayudaba haciendo tiras y yo también les he ayudado todo lo que he podido».

Lo hacía, dice, porque le gusta coser aunque admite que no es «costurera ni mucho menos», sino que «nada más que una remendona», ha bromeado.

Filomena Martín, a sus  98 años, un claro ejemplo de lo que es la superación. Foto: EFE/Ismael Herrero.

Filomena Martín, a sus 98 años, un claro ejemplo de lo que es la superación. Foto: EFE/Ismael Herrero.

La memoria de Filomena es prodigiosa

También ha dedicado su tiempo a leer -conserva una buena vista e incluso enhebra ella sola las agujas para la costura sin ayuda de nadie- y colabora en «todo lo que sea sentada y con las manos, rajar aceitunas, pelar patatas, hacer membrillo», pero «sentadita» porque no se tiene en pie «aunque con las manos, gracias a Dios», todavía puede, recalca.

Con ayuda de un andador, Filomena puede dar unos pasos por la casa pero la mayor parte del tiempo lo pasa en su máquina de coser y en las sillas y sillones de su acogedor hogar.

El paso de los años ha hecho mella en su movilidad, como es natural, pero la memoria que atesora Filomena es prodigiosa, a sus casi 99 años dice que se le van «algunas cosas de la cabeza» pero destaca que se acuerda de cuando nació, «de toda la Guerra (Civil), de muchas cosas», pero admite que como la guerra y la pandemia no ha vivido nada parecido.

No poder estar con sus nietos y bisnietos…

Lo peor, sin duda, ha sido no poder estar con sus nietos y bisnietos y, en este sentido, explica que los veía y sigue viendo por la ventana: «Se asoman y los veo pero no los puedo disfrutar y a mí me gusta mucho quererlos, darles muchas voces y esas cosas, pero ahora estoy cohibida porque como soy mayor, como coja eso (el virus) allá que vamos y aunque soy vieja no me quiero morir», apunta entre risas.

Para cuidarse durante todo este tiempo, Filomena ha tenido sumo cuidado y ha utilizado los medios de protección como las mascarillas así como se ha puesto las vacunas contra la covid-19, de hecho ha recordado que la llevaron al centro de salud en coche y que sin bajarse del mismo se las pusieron, igual que ha ido el ATS todos estos meses y le «ha pinchado por la ventana divinamente».

Su deseo a partir de ahora, dos años después del inicio de la pandemia, es «que lo arreglen lo mejor posible, que falta hace tranquilizarse» y que se puedan recuperar «las cosas de antes» porque, ha indicado, en este tiempo «no ha habido feria, ni Navidad, ni fiesta de san Gregorio -tradicional en Sonseca-, nada en absoluto», y tampoco -ha lamentado- se ha podido acompañar a los familias de quienes han fallecido.

«Esto ha sido como una guerra»

Así que Filomena ha manifestado una esperanza: «A ver si ya nos normalizamos, nos centramos y estamos como antes, como Dios manda. Que se solucionen las cosas lo mejor posible, no ya por mí sino por los herederos que tenemos y por el mundo entero».

Según Filomena, «esto ha sido como una guerra» y la gente ha estado «temerosa», ha sido similar porque «entonces daba miedo de muchas cosas y ahora igual, en otro sentido pero ha dado mucho miedo».

Miedo que aún permanece porque la pandemia no ha acabado pero, con todo, Filomena ha manifestado: «Estoy muy recontenta porque a mí no me falta nada en absoluto, me tienen como si estuviera encima de la cómoda, qué más quiero, más no se puede pedir; yo estoy mejor, imposible y habrá hijos igual de buenos pero mejor no», ha sentenciado.

El amor a sus hijos, su carácter entrañable y una humildad que bien la caracteriza han hecho más llevadero estos dos años a Filomena, que confía en que toda la familia pueda volver a juntarse como antes y poder disfrutar, por fin, de los más jóvenes.

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