“A mí todos los días me llamaba la seño de mi hijo para decirme que no atendía en clase, que molestaba y que lo había echado al pasillo. Cuando yo hablaba luego con él, siempre me decía que se aburría y que prefería estar fuera de clase, que no entendía por qué tenía que hacer 20 sumas si con tres ya había aprendido. Llegó un punto en el que no quería ir al cole, así que lo llevé a la psicóloga y, después de un par de sesiones, me dijo que le había hecho un test y que podía tener altas capacidades”.
Como Silvia Fernández, presidenta de Kaizen, 17 familias de la capital se han visto en una situación similar. Sus hijos hacían ruido en clase, sacaban malas notas o se distraían con facilidad, comportamientos que, a priori, muchas veces se identifican con trastorno por déficit de atención e hiperactividad o autismo, pero que pueden ser altas capacidades.
“Puede ser déficit de atención, pero también altas capacidades”
“Tienen rasgos comunes con el autismo porque son niños a veces muy rígidos o con el sentido de la justicia muy desarrollado, entonces a menudo en el centro educativo te dicen: es que tu hijo no atiende, tiene déficit de atención o yo sospecho que es autista, bueno bien, pues si lo sospechas hazle pruebas para confirmarlo o descartarlo, pero vamos a plantear también la posibilidad de que tenga altas capacidades”, explica Fernández, que reivindica la necesidad de que los docentes reciban formación para poder detectar estos casos.
“Unas altas capacidades las puede detectar un orientador en un cole perfectamente”, asegura, sin embargo, la realidad con la que se encuentran es muy distinta, viéndose obligados muchas veces a recurrir a clínicas privadas para conseguir un informe que lo certifique.
Evaluación que no siempre es admitida por los centros escolares. “Es una de las asignaturas pendientes, que se valoren como buenos, aunque luego el orientador haga una prueba alternativa, pero que los informes privados, en los que participan un neuropediatra, dos psicólogos y un psicopedagogo, se den también por válidos”.
“El talento que no se estimula, se pierde”
Desde la asociación también inciden en la necesidad de contar con herramientas y profesores formados para tratar con estos niños y poder desarrollar todo su potencial. “El talento que no se estimula se pierde”, lamenta Silvia. Por ello, piden que se adapten los currículums, con otros métodos de enseñanza basados en juegos, trabajos y retos, que despierten el interés de estos alumnos y les permita desarrollar todo su potencial.
“Si cultiváramos su talento a nivel general, la población saldría adelante mucho mejor, pero si no los detectamos y no lo fomentamos, se convertirán en personas frustradas”.
Esencial la formación emocional de las familias
Igual de importante es la formación de las familias, para que sepan promover esas inquietudes y lidiar con la vorágine emocional de estos niños.
“Tienen unas aptitudes a nivel cognitivo más elevadas que el resto, pero, a su vez, son niños muy sensibles, tienen una disincronía entre su edad biológica y su edad emocional, entonces hay que trabajar mucho las emociones porque se frustran enseguida y lo viven todo de manera muy intensa y dramática”, señala Fernández.
Jornadas de presentación
En este sentido, desde la asociación, en colaboración con el Ayuntamiento de Albacete, celebrará una jornada de presentación el próximo viernes, 25 de marzo, a las 17 horas en el salón de actos de la Diputación.
Asimismo, de cara al futuro, se organizarán charlas, talleres y más jornadas, para dar visibilidad a estas aptitudes, aprender a detectarlas y desarrollarlas y que estos alumnos puedan recibir una educación óptima dentro del sistema público, sin ser desatendidos ni discriminados, que es el leitmotiv con el que nace la asociación.
“Kaizen en japonés significa mejorar, conseguir un cambio que sea beneficioso y que se alcanza poco a poco, y eso es a lo que hemos venido, a lograr una mejor situación para estos niños, dando pasos en el sentido correcto”.