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Artículo de opinión 29/10/2013junio 12th, 2017

«Al hilo del reciente artículo que leí de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex Presidente de Extremadura creo oportuno escribir sobre este hecho que marcó un antes y un después de la Historia de España y de nuestra Democracia.

Recuerdan gente que vivió aquello en actos conmemorativos sobre esta fecha, que después del día de su boda éste había sido uno de los días más felices de su vida, tanto es así que hablando con mi abuela, que aún me vive afortunadamente, lo recuerda como un día feliz para ella y, como para una mayoría de españoles, algo necesario para poder observar la vida con más esperanza, libertad después de tantos años donde la oscuridad de la Dictadura Franquista les había negado lo que es inherente al Ser Humano (más derechos sociales como Educación, Sanidad, Pensiones, etc. que tanto están en debate y discusión ahora, y por culpa de este Gobierno hasta en entredicho).


Es oportuno recordar que ese momento histórico, viene acompañado de una innegable crisis de democracia y hasta dificultades económicas de un país que se atisbaba con cierta luz pero que aún, tenía demasiadas sombras.

Recuerdo leer libros de Alfonso Guerra, para mí la «materia» gris del PSOE de aquel tiempo, donde relata que este grupo (conocido por algunos como «el clan de la tortilla») se consideraba joven, inexperto pero que, en cierto modo, despertaba la esperanza de muchos españoles que, desconfiando de la desgastada UCD de Suárez y Calvo Sotelo, de la Derecha de siempre de Manuel Fraga Iribarne encarnada en Alianza Popular y un PCE de Santiago Carrillo demasiado escorado a una Izquierda que no encajaba con lo que España necesitaba aún sin dudar del papel clave que jugó en la Transición así como en los momentos de la clandestinidad.

Ese momento de la Historia de España ofreció a los españoles de aquel tiempo, ver que era posible tener una Sanidad y Educación para todos, mejoras en las condiciones de trabajo gracias a una Izquierda moderna que había tenido su despegue definitivo en el Congreso de Suresnes donde Felipe pronunció aquella frase famosa de «hay que ser socialista antes que marxista».

Quiero tener un emocionado recuerdo a Ernest Lluch, tristemente arrebatado por la barbarie terrorista de ETA y símbolo para mí de la Juventud de España e impulsor del sistema de INSALUD, reconocer la labor del ministro José María Maravall que hizo posible el más que necesario cambio del Sistema Educativo reforzado a su vez gracias a la labor de Javier Solana y después de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Destacar la labor de España en Europa que, gracias a Fernando Morán y Manuel Marín ha sido posible tras la entrada junto a Portugal en el mercado común en el año mil novecientos ochenta y seis, a pesar de las gravísimas dificultades que hoy estamos viviendo algunos países miembros de la Unión por culpa de la codicia de los mercados y de las malévolas maniobras de políticos como Draghi y Ángela Merkel, entre otros.

Hablar de Felipe González y de sus gobiernos es hablar de desarrollo gracias a la entrada del AVE, a la puesta en escena internacional gracias a la Exposición Universal de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona en el año 1992, de la necesaria reconversión industrial que tantos disgustos le costó al Gobierno de González, del Pacto de Toledo que garantizaba, en su momento, un reparto más justo en el sistema de pensiones.

Como todos los momentos de la Historia, estos Gobiernos Socialistas tuvieron luces y sombras (como los casos de los GAL, Filesa, Banesto, Rumasa, etc.) pero como todo Gobierno de larga duración como fue éste, como diría mi madre, todo en la vida (y aquí también) no es algo blanco o negro sino una sucesión de grises y así veo yo esa etapa.

Pero después de relatar estos momentos que muy bien puedo recordar gracias a la lectura de los libros de Alfonso Guerra, Felipe González, Joaquín Leguina, Alfonso S. Palomares, etc. quiero incidir en la necesidad de un cambio en el PSOE, de proyecto, de ideas, de personas que genere ilusión, fuerza, estabilidad, prosperidad y esperanza al conjunto de la ciudadanía española que es justo lo que la militancia socialista estamos pidiendo y exigiendo a toda la cúpula actual del PSOE pues ahora necesitamos una gran comunión del Socialismo Español, volver a la pana, volver a nuestros orígenes que nos hicieron grandes como en aquel tiempo, como fue aquel día de octubre de 1982.

Lo pide hoy un «hijo del Estatuto de Castilla-La Mancha» que con Felipe se aprobó pues nací justo ocho meses después de aquel día que fue sin dudar, un tiempo necesario para España como esperamos llegue pronto a mi Partido ahora, un tiempo ilusionante para luchar como decía el cartel de aquella campaña, por el cambio».

Diego Ruiz Ruiz es militante del PSOE de la provincia de Toledo.

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