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viernes, 22 de noviembre de 2024
Crómlech de Totanés
Crómlech de Totanés. EFE/Ángeles Visdómine.
Espectacular monumento megalítico - 15 mayo 2022 - Totanés

La humanidad de hace 4.500 años tenía una enorme curiosidad y muchas ganas de aprender, pero también una gran capacidad matemática, y con todo ello nos han legado monumentos megalíticos como el espectacular crómlech de Totanés (Toledo), uno de los mayores de la Península, cuyas rocas marcan salidas y puestas del sol.

Antonio Pérez Verde (Casas Ibáñez -Albacete-, 1981) es un ingeniero de Telecomunicaciones y astrónomo aficionado, desde la infancia, que compagina su trabajo en el sector privado con la divulgación científica y que acaba de publicar el libro «Por qué mirábamos las estrellas», que presentará este miércoles día 18 en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en un acto organizado por el colectivo «Ciencia a la carta».


En una entrevista con la Agencia Efe, Pérez Verde ha hablado de los monumentos y estructuras megalíticas de las que habla en su libro, situadas en diferentes lugares del mundo, pero sobre todo del crómlech de Totanés, una localidad de Toledo en la que hay una disposición circular de rocas colocadas hace 4.500 años en base a la salida y puesta del Sol en los solsticios y equinoccios.

El crómlech de Totanés, un reloj que marcaba las estaciones

Ildefonso Gutiérrez, vecino de Totanés y su alcalde entre 2011 y 2019, sentía curiosidad desde pequeño por ese conjunto de enormes rocas que veía cuando iba al campo con el rebaño de la familia, sobre todo porque no estaban tan juntas como para ser un cerramiento para el ganado.

Pasaron los años y siendo alcalde, en 2016. unos arqueólogos de «Cota 667» fueron a Totanés para fotografiar un verraco vetón de la plaza; el alcalde aprovechó y los invitó a acercarse al lugar que le intrigaba desde niño.

Crómlech de Totanés

Crómlech de Totanés. EFE/Ángeles Visdómine.

«Enseguida vieron que podría tratarse de un crómlech, que son círculos de piedras creados por el hombre en el megalítico», ha indicado Pérez Verde, con quien estos arqueólogos contactaron aquel mismo año 2016 durante las investigaciones y excavaciones que estaban realizando.

Con la ubicación exacta de las piedras, este ingeniero comprobó que coincidían con salidas y puestas de sol en equinoccios y solsticios, y que sus trayectorias se juntaban en un punto determinado donde, al excavar, los arqueólogos hallaron indicios de que existió un poste de madera cuya sombra proyectaba sobre una piedra aportaba información sobre la época anual.

«Era un reloj que marcaba las estaciones. Ellos no tenían conceptos de año o estación, pero se regían por la sombra del poste para cultivar, recolectar o saber cuando llegaban las aves migratorias», ha explicado.

Finalmente, las investigaciones arqueológicas y las alineaciones astronómicas han concluido que el conjunto de piedras de Totanés es un crómlech de unos 4.500 años de antigüedad.

«Hace miles de años ya se manejaban capacidades matemáticas»

Uno de los aspectos que este ingeniero ha aprendido es que aquellos hombres «tenían muchos más conocimientos de los que yo pensaba que tenían», en especial porque calcular los solsticios era «relativamente sencillo» -el Sol llega al Norte y en un punto límite se detiene y vuelve hacia al Sur-, pero los equinoccios «no son un cálculo directo sino que suponen un cálculo matemático» y conocer el punto medio entre los dos solsticios.

«Y hace miles de años nuestros antepasados ya tenían esa capacidad matemática para calcular por dónde iba a salir el sol en un día determinado. Me sorprendió muchísimo que manejaran esas capacidades matemáticas cuando ni siquiera las matemáticas estaban definidas», ha agregado.

Las rocas del crómlech de Totanés son potentes, de unos veinte metros de diámetro, con lo que este monumento megalítico se sitúa entre los más grandes de la Península.

Pérez Verde ha trabajado en el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA) donde ha podido compaginar su formación como ingeniero en Telecomunicaciones con la Astronomía.

Stonehenge, Nebra, Himalaya, Lascaux…

Su libro «Por qué mirábamos las estrellas está dividido en cuatro bloques: las grandes estructuras megalíticas; los crómlech (Totanés, Los Almendros en ÉvoraPortugal– y Stonehenge, en Reino Unido); dos instrumentos (el disco celeste de Nebra, en Alemania, y el mecanismo de Anticitera, que se encontró en un naufragio frente a las islas griegas), y representaciones de eclipses, supernovas y cometas.

Irlanda tiene la representación más antigua de un eclipse, tallada en una piedra en el año 3.340 antes de Cristo. En el Himalaya, una roca exhibe una representación pictórica de una supernova de hace más de 6.000 años. Y en cuanto a los cometas, el ‘Libro de la seda’ hace una descripción visual y predictiva y refleja los conocimientos astronómicos que la cultura china tenía 1.500 años antes de Cristo.

El elemento más antiguo del libro son las pinturas de la cueva de Lascaux (Francia), hace 20.000 años, donde aparecen las primeras representaciones de la constelación de Tauro.

«Nuestros abuelos también miraban más al cielo que al calendario» 

«Nuestros antepasados eran personas tremendamente curiosas, no tenían las distracciones, entre comillas, que tenemos hoy, y uno de sus entretenimientos era mirar el cielo, y comenzaron a elaborar la primera astronomía visual», ha explicado el autor.

También ha llamado su atención que en una época en la que el objetivo del ser humano era «llegar vivo al final del día» había un grupo «dedicado a mirar y estudiar el cielo y no tanto a sobrevivir», lo que implica que «su curiosidad y sus ganas de aprender eran mucho más grandes de lo que yo me imaginaba».

No hay que remontarse tan atrás para encontrar a muchas personas que conocían y sabían del firmamento: «nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos se dedicaban, casi todos, al campo, y se basaban más en el cielo que en el calendario para sus tareas. Lo tenemos muy reciente», ha afirmado.

Antonio Pérez Verde también es autor del blog «Astrométrico» y como divulgador, con «Ciencia a la carta«, habla sobre exoplanetas y Marte vistos desde el punto de vista del estudio de las condiciones para la búsqueda de vida.

Crómlech de Totanés

Crómlech de Totanés. EFE/Ángeles Visdómine.

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