lunes, 25 de noviembre de 2024
Tenidas en cuentas las atenuantes de confesión y dilación en el procedimiento 27/11/2013junio 12th, 2017

El segundo juicio con jurado por el crimen de Navahermosa (Toledo) ha dado esta tarde un giro inesperado tras alcanzarse un acuerdo entre las partes para que el acusado, Clemente Pérez Gómez, que se ha declarado culpable, cumpla cinco años y medio de cárcel.
El imprevisto acuerdo, que ha obligado a disolver al jurado popular, se ha producido tras el informe de los forenses, que han puesto en cuestión, con sus explicaciones sobre la trayectoria de la herida mortal, la versión dada ayer martes por el hijo de Clemente, José Alberto, cuando se autoinculpó de la muerte de Gregorio López ocurrida en agosto de 2006 en Navahermosa (Ciudad Real).

El acuerdo incluye, además de los cinco años y medio de cárcel, la prohibición de que el acusado se acerque a la familia de la víctima a menos de 500 metros, con la que tampoco se podrá comunicar durante seis años y medio después de salir de la cárcel, en los que ha estado casi dos años.


Además, Clemente deberá indemnizar a la viuda y a los tres hijos del finado con 176.000 euros.

En la rebaja de la pena, que el fiscal elevaba a 12 años de prisión y a 13 las acusaciones particulares, se han tenido en cuenta las atenuantes de dilación indebida en el procedimiento y la de confesión.

Clemente se ha declarado culpable y ha asumido que fue él y no su hijo quien clavó la barra de hierro a Gregorio, desmontando así lo dicho ayer por José Alberto.

«Mi padre me dijo que él se iba a hacer responsable» de la muerte de Gregorio y que le indicó: «Tú, a callar, chitón», manifestó el hijo de Clemente.

Los abogados de la acusación particular también se han dado por satisfechos con esta solución para un caso que ya se juzgó hace dos años con otro jurado popular, que declaró culpable a Clemente y por el que fue condenado a 10 años de cárcel, aunque absolvió del delito de homicidio a José Alberto, que solo fue condenado a una pena de multa por daños.

El Tribunal Superior de Justicia ordenó la repetición del juicio, pero, solo para Clemente, porque en el veredicto del jurado no se especificaron los votos por los que Clemente fue declarado culpable.

EL INFORME FORENSE HA SIDO DETERMINANTE

El informe forense, según los letrados, ha sido determinante para que el caso se haya resuelto finalmente sin esperar al veredicto del jurado.

Los forenses, que inicialmente declararon a puerta cerrada para evitar que la familia de la víctima pudiera ver las «duras imágenes» que se mostraron con las heridas infligidas a la víctima, tuvieron que volver después a la sala al ser reclamados por el jurado para que les despejara unas dudas.

Así, los forenses insistieron en que el relato dado por el hijo no se corresponde con la trayectoria ascendente que presentaba la herida mortal de la víctima en el costado derecho y de 20 centímetros de longitud y que, por tanto, era «inverosimil».

José Alberto explicó ayer martes en la sala que él fue quien clavó la barra de hierro a Gregorio cuando éste se encontraba sentado en su coche para intentar huir y que abrió la puerta del copiloto y le acometió con la barra de hierro, que habían arrebatado en el forcejeo previo a la familia del fallecido.

La trayectoria de la herida, según los peritos forenses, no se corresponde con las posturas en las que supuestamente estaban la víctima y José Alberto, ya que, en todo caso, la lesión hubiera sido de trayectoria horizontal o descendente.

Por tanto, los hechos ocurrieron tal y como quedaron relatados tras el primer juicio, es decir, que el pinchazo mortal con la barra tuvo lugar durante la reyerta que se formó y en la que se vieron involucrados, por un lado, Clemente y su hijo José Alberto, y por otro, la víctima y su hijo Gustavo.

La trifulca se desencadenó después de años de enemistad entre las dos familias y que tuvo su origen en que una hermana de Clemente quedó embarazada de Gregorio.

Durante estos últimos años, la familia del acusado ha interpuesto varias denuncias por amenazas de muerte contra la familia de la víctima, que aún no se han resuelto judicialmente.

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