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viernes, 22 de noviembre de 2024
Representación de Alfonso X en una orla del Libro becerro copiador de los privilegios, ejecutorias, provisiones, cartas, cédulas y ordenanzas concedidos al Cabildo de Jurados de Toledo. Foto: Rebeca Arango.
El repaso la vida y obra de un rey sin igual (y 8) - 18 junio 2022 - Toledo

Paradójicamente, el monarca más representado de todo el arte medieval, plasmado en decenas de miniaturas elaboradas por el ‘scriptorium’ alfonsí, ha tenido después un tratamiento desigual. No existe una iconografía de Alfonso X comparable a las abundantes imágenes de su padre, Fernando III, con quien suele compartir los distintivos de rey conquistador.

La representación de Alfonso X con coraza -a menudo asociada a los símbolos imperiales (la corona con diademas cerradas, el cetro, el manto y el orbe)- fue fórmula habitual, así como la semblanza del rey legislador o literato. Pellegrino Tibaldi lo plasmó en El Escorial como astrónomo en el siglo XVI, mientras que Ramón Bayeu inmortalizó su generosidad ante la emperatriz de Constantinopla en el XVIII.


A partir del siglo XIX, tanto la pintura de historia como la proliferación de monumentos conmemorativos -empezando por la estatua de José Alcoverro en la escalinata de la Biblioteca Nacional- contribuirán a fijar la imagen del rey Sabio que tenemos en la actualidad.

Un rey «obeso, barbudo y de innoble aspecto»

Varios ejemplos, tanto piezas originales como reproducciones fotográficas, pueden contemplarse en la exposición ‘Alfonso X: el legado de un rey precursor’. Por ejemplo, el retrato imaginario que acompañó a la edición de las Partidas realizada en 1807 por la Real Academia de la Historia, semblanza inspirada en una miniatura de la ‘Estoria de España’ que perteneció al marqués de Santillana y que el coleccionista y pintor Valentín Carderera consideraba la imagen de un rey «obeso, barbudo y de innoble aspecto».

Otro ejemplo es un retrato de Alfonso X procedente de la antigua galería de toledanos ilustres del Palacio Arzobispal de Toledo, conservada actualmente en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Fue realizado por Dionisio de Santiago Palomares a finales del siglo XVIII, cuando Alfonso X aún no había adquirido la relevancia que le dieron la pintura y la escultura decimonónicas.

Por último, llamará la atención de los espectadores que acudan a visitar la exposición del Museo de Santa Cruz el cuadro ‘Don Alfonso el Sabio y los libros del saber de astronomía’, obra de Dióscoro Puebla, que reunió en esta pintura dos célebres referentes: el interior de la sinagoga de Santa María la Blanca y el conjunto de herramientas astronómicas -la esfera armilar, los astrolabios- descritas y reproducidas en el ‘Libro del saber de astrología’.

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