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05/12/2013marzo 3rd, 2017
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El estudio de Metroscopia que publicaba el diario «El País» en su edición del domingo dejaba bien a las claras y punto por punto lo que se percibe en la calle desde hace tiempo, el cansancio de los ciudadanos con los partidos que han sido la gran referencia política de la joven democracia española y, por lo tanto, alertaba del progresivo descrédito y pérdida de votos de PP y del PSOE.

Advierte el informe demoscópico que con los datos que obran en su poder el escenario más probable después de las elecciones generales de 2015 será un parlamento atomizado en el que PP y PSOE estarán muy lejos de la mayoría absoluta, con cierta ventaja en escaños para los «populares». Además, el reparto de votos y diputados haría imposible ninguna coalición estable de Gobierno que no sea la de «populares» y socialistas, a priori la que parece más imposible de todas.


Las encuestas avisan. Y ya se sabe que el que avisa no es traidor. La mayoría silenciosa en la que tanto confía Mariano Rajoy habla a través de los sondeos de opinión y dice que basta ya de los fondos y las formas que se gastan los grandes partidos y, sobre todo, de su falta de entendimiento. Y si ninguno lo remedia en un par de años les pondrá ante la prueba del nueve. Es decir, ante un parlamento en el que o se entienden entre ellos o la política en España será un infierno, en el que cada tema exigirá un acuerdo con varias formaciones minoritarias de distinto color político. Y cada pacto será una concesión económica o nacionalista; o vaya usted a saber.

Si llega esa hora, nada que no haya pasado ya en los grandes países europeos de nuestro entorno, ¿cuál creen que será el comportamiento de los grandes partidos? ¿Seremos como Alemania, donde aparcan sus diferencias y con cesiones por ambas partes (CDU y SPD) trazan un pacto que da estabilidad, seguridad y prosperidad a su país? ¿O seremos como Italia, una bomba de relojería política que amenaza aún más la penuria económica de ese estado?

Creo firmemente que otro gallo nos hubiera cantado si Partido Popular y Partido Socialista se hubieran apoyado entre ellos en las grandes decisiones en vez de acudir a los nacionalistas cuando la democracia les ha negado la mayoría absoluta para gobernar. La factura de los pactos con los nacionalistas ha generado gran parte de los problemas que hoy padecemos. Y puede que no sea nada comparada con la que se puede dar si uno de los dos grandes se ve obligado en un par de años a hacer diabólicos equilibrios, que casi siempre conllevan un cheque.

El estudio de Metroscopia para «El País» hace también una proyección territorial y es el primer informe que prevé el fin del PP como partido mayoritario en Castilla-La Mancha si hoy se celebrasen elecciones generales. Por el contrario, «La Razón» decía hace tan solo unas semanas que el PP volverá a revalidar mayoría absoluta en las autonómicas. O uno de los dos miente o la situación está tan abierta que cualquier cosa puede pasar y que perderá las elecciones el primero que las dé por ganadas.

A estas alturas de legislatura todavía se está a tiempo de corregir errores. Y las encuestas avisan de que ese ejercicio lo necesitan hacer tanto PP como PSOE.

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