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12/12/2013junio 9th, 2017
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No soy jurista ni experta en Constitución, así que me produce un enorme respeto hablar de ella y de la necesidad o no de cambiarla, sobre la que se debate tanto en estas fechas, en especial entre los políticos.

No se me escapa que la primera Carta Magna española que surge de un consenso tan amplio como el de 1978 no debería ser cambiada, incluso en lo más nimio, sin un grado de aceptación equivalente y que, por lo tanto, aquello sobre lo que no esté de acuerdo prácticamente todo el mundo, mejor no tocarlo.


Pero entiendo que podría reformarse para mejorar aspectos sobre los que no cabe duda y dejar para los tiempos en los que el acuerdo vuelva la posibilidad de tocar otros asuntos de más calado.

Se les puede y se les debe pedir a los políticos que voten juntos lo que piensan igual. Por ejemplo, ¿a alguien le parece defendible hoy que la misma Constitución que proclama la igualdad de todos los españoles en su artículo 14 defienda que para heredar la Corona tiene preferencia el varón sobre la mujer?

Comparto plenamente las palabras que utiliza el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso y diputado por Toledo, Arturo García-Tizón, en la entrevista que hoy publicamos en encastillalamancha.es y de la que les adelantamos el Día de la Constitución precisamente lo que se refería al texto constitucional

«Ésa es una reforma que no tendría que plantear ningún tipo de problemas, para asegurar la igualdad. Además, la Constitución ganaría en coherencia, porque una vez que ha proclamado la igualdad entre el hombre y la mujer, que luego esa igualdad no se refleje en la sucesión a la Corona supone una discordancia». Así es y debería corregirse cuanto antes. La España monárquica se encoge ante cada embarazo de la Princesa de Asturias antes de saber si es hombre o mujer.

Tizón también plantea en la entrevista, siempre bajo la máxima de que si no hay máximo acuerdo, mejor no tocarla, que se podría reformar el Senado. En efecto, todos los partidos critican el papel secundario que ha acabado jugando esta Cámara. Y parece claro que debería consolidarse su vocación territorial. No creo que estorbase un foro de ese rango donde todas las comunidades autónomas pudiesen hablar y, por lo tanto, escucharse sobre lo que les une y lo que les separa. 

En mi opinión, la Constitución también tendría que decir algo y con contundencia sobre los fenómenos que hoy preocupan, y mucho, a la opinión pública española: una proclama sobre la corrupción o las responsabilidades de los cargos públicos que contribuyan con su gestión a arruinar territorios o la ejemplaridad que debe guiar la financiación de los partidos, en lugar de la opacidad actual, me parece que no sobra. ¿No cree que los padres de la Constitución hoy, con aquel espíritu que les caracterizó, abordarían todas esas cuestiones en la reforma constitucional?

Y puesto que, a tenor de lo que le cuentan a la prensa cada día, todos los partidos están preocupados por estos asuntos y quieren ponerles freno, no veo porqué no pueden ponerse de acuerdo. Aunque si ni siquiera lo han hecho en un texto con rango de ley, la de la transparencia… Largo me lo fiáis, pensarán ustedes. Pero hay que pedírselo, por lo menos.

Insisto, hay cosas, como la sucesión de la Corona, que no deberían presentar mayor problema y no hay que dejar para mañana lo que suscita consenso hoy.

En lo demás, ya sé que habrá que esperar, pero ponerlo sobre la mesa es la mejor manera de estar pendiente de ello.

Estamos de acuerdo en que esta Constitución ha amparado la estabilidad democrática en España, pero eso no significa que no se puedan ir mejorando las cosas que en 1978 era aún demasiado pronto para plantear. Ellos, los constituyentes, lo hubieran hecho hoy. Estoy segura.

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