El grupo «Wad-all-Hayara» (en árabe Río de piedras) lleva más de 30 años recorriendo Guadalajara con sus danzas, jotas, bailes y repertorio de música de la provincia.
Para ellos el verano significa subir al escenario y pasar calor pero arropados por los vecinos que a lo largo y ancho de la provincia les reciben con los abrazos abiertos con motivo de la celebración de sus fiestas patronales.
Desde los 70 hasta los 2 años, una generación entera bailando y tocando al mismo tiempo.
Son 25 personas las que forman el grupo «Wad-all-Hayara», toda una generación que mantiene viva una afición común: su pasión por el folklore. Desde que se fundó en 1995, hoy, continúan en el grupo abuelos y padres que han transmitido su amor por los bailes y la música tradicional a sus hijos y nietos. Montserrat Luengo, presidenta de la asociación y nos cuenta cómo la asociación se ha convertido en una gran familia «tenemos compañeros desde los 70 años hasta los más peques de 2 años, incluso nuestro mimbro más joven que tan solo un mes ya cuenta con su propio traje».
«Nos mueve ese hormigueo que nos da en el estómago cuando oímos una jota y los pies se nos van»
El verano es su temporada fuerte, llegando a tener hasta 30 actuaciones en los meses de verano y 10 el resto del año. «por el momento tenemos 16 actuaciones confirmadas y hemos tenido que rechazar muchas porque coincidían. Se nota que este año los pueblos vuelven a hacer fiestas y buscan llenar sus plazas de música» nos explica Montserrat Luengo.
El domingo actuarán en el barrio de Los Manantiales (Guadalajara). Una actuación en plena ola de calor que ellos ya han «interiorizado», «no nos supone un gran problema» nos cuenta la presidenta de «Wad-all-Hayara» explicando que aunque no hay nada que una buena sombra y agua fresca no remedie «con el cambio de traje por parte del cuerpo de baile se hace mas llevadero. Algunos de los trajes tradicionales que llevamos en el repertorio están compuestos de algodón y son mas fresquitos como es el caso del traje de siembra o el de los arcos de Molina».
Para ellos lo más gratificante es la propia convivencia y el compañerismo de esta «gran familia» donde todos aportan su granito de arena para encontrar soluciones ante cualquier problema «no esta pagado con dinero pasar calor un 15 de agosto en la plaza de cualquiera de nuestros pueblos vestido de alcarreño, claro que no, solo nos mueve ese hormigueo que nos da en el estómago cuando oímos una jota y los pies se nos van. Es algo que la mayoría a mamado desde pequeños y que no cambiarían» confiesa Montserrat Luengo.
«Nuestras actuaciones mantienen a todo el pueblo unido viéndolas. Por algo será»
En más de 30 años de historia el grupo atesora grandes anécdotas que recuerdan con cariño «sobre todo en los pueblos pequeños que algún anciano se arranca a cantar con nosotros o alguna espontánea sale a bailar jotas o seguidillas». Anécdotas que despiertan sonrisas en el grupo que no duda en afirmar que si sus actuaciones mantienen a todo el pueblo unido desde mayores a pequeños «por algo será».
Ensayos al aire libre en pleno invierno
Los años de pandemia han supuesto un frenazo en seco no solo en actuaciones también en los ensayos. El grupo ha aprendido a reinventarse «durante el confinamiento publicábamos trozos de piezas y animábamos a la gente a que adivinase de cuál se trataba» nos explica la presidenta del grupo recordando cómo grandes y pequeños han permanecidos unidos en este largo camino «cuando se retomaron los ensayos tuvimos que hacerlo en el exterior por cuestiones sanitarias, no importaba el frío, la escasez de luz o que el suelo no estuviese en las mejores condiciones. Allí estaban grandes y pequeños dándole al floklore«.
El grupo ahora ensaya en el centro social del Alamín, cedido por el Ayuntamiento de Guadalajara. Los ensayos suelen comenzar con cada rama del grupo por separado (rondalla y baile) para después hacer un ensayo conjunto y poder perfeccionar aspectos que pueden llevar más tiempo o nuevas piezas del repertorio.