Investigadores del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo y de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante) han desarrollado interfaces cerebrales para controlar un exoesqueleto robótico que permitirá caminar a personas con lesión medular incompleta.
El proyecto denominado «Walk«, que ha sido presentado por su director, José María Azorín y el director médico del Hospital Nacional de Parapléjicos, Antonio Juan Pastor, se puso en marcha hace tres años, en el año 2019, y podría ser una alternativa a la sillas de ruedas.
La imaginación, clave en el movimiento de los lesionados medulares
Esta investigación tiene como objetivo principal que personas que han sufrido una lesión medular sean capaces de caminar con la ayuda de un exoesqueleto pero controlado por su actividad cerebral.
Este exoesqueleto «no se controla porque alguien que pulsa un botón, sino porque realmente la persona está pensando en caminar», ha explicado Azorín.
En el caso de un paciente que sufre lesión medular, las señales cerebrales no llegan al sistema locomotor, por lo que de está manera se establece un baipás para que esas señales van a un sistema que las procesa y determina si la persona está pensando o no en camina, así la información es enviada al exoesqueleto que permite que la persona sea capaz de caminar.
Se trata de un proyecto que intenta replicar el proceso natural de la marcha, en el que, para ello, es preciso que el paciente se involucre poniendo en marcha su imaginación motora y visualizando que sus piernas se muevan.
Hasta el momento, este tipo de pruebas solo pueden realizarse sobre pacientes que puedan mantenerse de pie y que tenga una movilidad de la marcha parcialmente conservada. «Eso nos ayuda a que puedan tener una cierta estabilidad cuando inician este proceso», apunta Pastor.
Una investigación costosa, pero con proyección de futuro
Este proyecto es un sistema «muy complejo» en el cual es necesario el trabajo de una serie de ingenieros que instrumente al paciente, al que se le pone una serie de electrodos sobre el cuero cabelludo (un tipo de casco).
Además, los ingenieros tienen que ajustar esos algoritmos, por lo que también es necesario que tengan conocimientos de programación e inteligencia artificial.
Según ha explicado Azorín el tiempo de ajuste de instrumentalización del paciente es de 30 minutos y el proceso de entrenamiento otros 30 minutos.
Sin embargo, lo importante de esta investigación, que se encuentra en su primera fase, es que se reduzca el coste de estos dispositivos, que en la actualidad es de alrededor 100.000 euros, para poder continuar con este proyecto.
Hasta el momento, ha sido posible desarrollarse gracias a la financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación.
El objetivo principal es que este dispositivo pueda llegar a los hospitales, pero como ha apuntado el directo del proyecto, si en un futuro se pudiera conseguir reducir «las barreras» de su coste, podría darse el momento en el que fuera utilizado por pacientes en su propias casas, una meta marcada que podría ocurrir en un mínimo de 10 años.
Azorín explica que, pese a que este proyecto tiene 3 años, llevan más de 15 años investigando el campo de las interfaces cerebro-máquina, intentado comprender como se comporta el cerebro en relación al proceso de rehabilitación de la marcha.
Un proyecto donde la imaginación es esencial y en el que han participado un equipo numerosos de investigadores del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, la Universidad Miguel Hernández de Elche, la Universidad Politécnica de Cartagena, el Hospital Central de Asturias y también la Universidad de Houston.
«Es algo mágico, pero que funciona»
El madrileño José Manuel Núñez Fernández (40 años) vio como su operación de espalda se complicó y provocó que necesitara la ayuda de los profesionales del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo.
Él ha sido el elegido para probar esta nuevo sistema que le está permitiendo recuperarse y notarse con «más fuerza». Núñez lleva tan solo dos meses en este hospital, pero sus «pequeños objetivos» se van cumpliendo en este «sitio ideal» para recuperarse.
Para Núñez ha sido «algo parecido a la magia«, porque para él, pensar que ha sido capaz de moverse pensando en relajarse y en hacerlo con su hija Carla «es algo mágico pero que funciona».
Este paciente se ha mostrado «tremendamente orgulloso» de haber sido elegido para la demostración que se ha llevado a cabo, y ha reivindicado que se aúne la tecnología con la medicina, porque «la investigación es importantísima y aquí se puede ver» insiste.
«Yo no tiro la toalla y por supuesto, ojalá a la gente que venga detrás, desgraciadamente, puedan utilizarlo y sirva para alegrarle la vida» ha sentenciado.