domingo, 10 de noviembre de 2024
Se trata de cuatro lienzos 10/01/2014junio 9th, 2017

El Museo Thyssen-Bornemisza se despide temporalmente de las cuatro pinturas de El Greco de su colección, que formarán parte de exposiciones programadas en la celebración del IV Centenario de la muerte del artista, con una muestra en la que se hacen públicos los resultados de los estudios técnicos llevados a cabo sobre las mismas.

Con esta exposición, el Thyssen se adelanta a los acontecimientos oficiales con los que se celebrará el año dedicado al maestro cretense, además de llamar la atención sobre unas obras destacadas de su colección como son «La Anunciación» (1576); «Cristo abrazando la cruz» (1587-1596); «La Anunciación» (1596-1600) y «La Inmaculada Concepción» (1608-1614).


El estudio de las dos anunciaciones, que fueron adquiridas por el barón Thyssen, «es el más elocuente y el que más nos enseña sobre El Greco», en opinión de Guillermo Solana, director artístico del museo.

En ellas se puede contemplar claramente lo que fue la evolución del artista. La primera la pintó en Roma, influido por los maestros venecianos y refleja un espacio renacentista, mientras que en la segunda, realizada dos décadas después en Toledo, «el espacio sufre una compresión y las figuras se distorsionan».

Según Solana, la contemplación de ambas obras da una visión de donde venía el artista «y del inmenso salto que supuso su evolución» tras llegar a España.

Los estudios técnicos realizados por el Área de Restauración contemplan la utilización de diferentes metodologías que incluyen fotografías de alta resolución para acercar los detalles más significativos y reflectografías infrarrojas que han permitido visualizar las capas subyacentes bajo la pintura visible.

Las radiografías han dado información sobre los cambios llevados a cabo por el pintor durante la ejecución de las obras mientras que los análisis químicos han servido para dar a conocer la composición y distribución de los materiales en las distintas capas de la pintura.

Todo ello permite confirmar el desarrollo de su evolución formal y de los materiales que usaba desde su primera época, condicionada e influida por los maestros italianos que se hace evidente en la composición arquitectónica que han desvelado las radiografías y el infrarrojo, hasta su etapa española con un importante cambio estético.

En esta etapa, el dibujo subyacente prácticamente se ha perdido, la pincelada es más suelta y subjetiva y los empastes y veladuras se mezclan sin un orden establecido.

Sus últimos años son la culminación de un estilo inconfundible y personal en el que las figuras se alargan y desdibujan, con toques impresionistas.

Este alargamiento de las figuras responde, en opinión de Ubaldo Sedano, restaurador jefe del Thyssen, y de la restauradora Susana Pérez, que ha realizado el estudio de las obras, a una madurez intelectual y técnica y no a un defecto en la visión como en ocasiones se ha afirmado.

«El Greco. De Italia a Toledo» es, afirmó Sedano, una ocasión de recordar al público «que tenemos una magnifica colección de El Greco que puede pasar desapercibida en el contexto de la colección permanente», además de mostrar a los visitantes del museo «aspectos de unos estudios a los que normalmente no tiene acceso».

En sus comienzos, el artista «estaba sometido a una cuadrícula que constreñía», mientras que después, según Susana Pérez, llega a una libertad absoluta, «rompe perfiles, se libra de los encajes académicos y empieza a disfrutar de gran libertad».

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