domingo, 24 de noviembre de 2024
16/01/2014junio 9th, 2017
César del Río César del Río

El dato tiene su miga. Se encuestó a 1.748 periodistas españoles y el 79,3 por 100 dijeron que habían recibido presiones bien para modificar el contenido de la información escrita o para que cambiaran su orientación. Voy a repetir uno de los datos que acaban de leer para que, aunque les parezca inverosímil, no piensen que me he «trastabillado» al escribirlo: el 79,3 por 100 de esos periodistas dijeron que habían recibido presiones de su propia empresa para modificar el contenido de sus textos. En la práctica, un 80 por 100. Quiero pensar que al final fueron muy pocos los que les hicieron caso, aunque no soy muy optimista. Ni siquiera soy optimista, para qué les voy a engañar.

Lo dice el último informe anual de la profesión periodística, correspondiente a 2013, de la Asociación de Periodistas de Madrid y saca los colores a todo aquel que ejerza esta profesión. O que lo intente. Se refiere a los grandes medios de comunicación nacionales. Imagínense lo que sucede en los que no son tan grandes.


Y no estoy de cachondeo, es real como la mentira misma del periodismo a la que, en muchas ocasiones a decir de los porcentajes señalados, hemos acostumbrado a los españoles. Alabado sea ese 20 por 100 que disfruta(mos) con esto, aunque a nuestro alrededor la venta al por mayor de información sea lo más socorrido.

De esas presiones, el 76,1 por 100 vienen de la propia empresa o del jefe de turno (que en muchos casos ni es periodista ni sabrá lo que es eso aunque entre en una redacción 700 años seguidos; y por supuesto, les importará bien poco saber que lo que se cuenta no se ajusta del todo a la realidad y sólo obedece al resultado final de sus cuentas); el 23,1 por 100 de organismos políticos y el 16,9 por 100 de anunciantes.

Insisto, no estoy de cachondeo.

Servilismo, que se llama; peloteo y baboseo a partes iguales. Y todo por tener contento al poder, ya sea político (sobre todo) o económico, que es quien tiene la pasta. Porque todo tiene su lógica ilógica: quien tiene dinero suele manejar los hilos. Desde el principio de los tiempos. Así, ¿cómo nos van a creer ahí fuera? Eso sí, luego se nos llena la boca con la bendita independencia casi nunca practicada y vamos de periodistas por la vida.

Les facilito un último dato, para que sepan de verdad de lo que estoy hablando: en la misma encuesta se preguntó, del 1 al 10, sobre la independencia que tienen los periodistas para llevar a cabo su trabajo. La nota media final de las respuestas de los propios periodistas fue un 4.

Queda todo dicho.

@CesardelRioPolo

cesardelrio@encastillalamancha.es

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