lunes, 25 de noviembre de 2024
Supuesto delito de homicidio doloso 15/01/2014junio 9th, 2017

El agente de la Guardia Civil imputado por el disparo que causó la muerte de un supuesto delincuente el pasado 23 de octubre de 2013 en Cabanillas del Campo (Guadalajara), ha declarado ante el juez que lo hizo porque «temió por su vida al hacer los tres sospechosos un movimiento brusco».

Según la declaración judicial, realizada el pasado 10 de enero, el agente imputado asegura que «si no hubiera visto en serio peligro su vida no hubiera disparado, porque nunca hasta la fecha había hecho uso de su arma oficial», aunque reconoce que en ningún momento vio que el fallecido o sus acompañantes estuvieran armados.


Este agente está imputado por un delito de homicidio doloso por el juzgado de instrucción número 2 de Guadalajara, como responsable de la muerte de G.L.R., de 25 años, que supuestamente había participado con otras dos personas en el robo en una nave de palés de Cabanillas del Campo, en donde se había efectuado un disparo con una escopeta para intimidar a los trabajadores de la empresa.

Tras ser sorprendidos por los empleados, estas tres personas se dieron a la fuga en un coche previamente robado, si bien lo tuvieron que abandonar y seguir la huida a pie al chocar contra otro vehículo.

El agente formaba parte de una de las patrullas que llegó «entre 20 y 30 minutos después del robo» al polígono industrial para intentar detener a los responsables del atraco.

Según su declaración judicial, ratificada en calidad de testigo por su compañero de patrulla, tras dar varias vueltas por el polígono industrial vieron entre unas grúas y la pared a tres individuos con la ropa manchada de barro hablando entre ellos, por lo que decidió intervenir.

«CON EL DEDO FUERA DEL DISPARADOR»

«En ese momento monta el arma y sale de la posición en la que se encuentra y se enfrenta a ellos, avanzando tres o cuatro pasos, aproximadamente», asegura en su declaración y añade que «quiere recalcar que sale con el arma montada, apuntándoles a ellos, pero con el dedo fuera del disparador».

El guardia civil señala que a pesar de que ordenó en repetidas ocasiones, hasta cuatro, que no se movieran y se estuvieran quietos, los tres individuos «no tenían ningún temor a que un agente les estuviera apuntando con un arma», por lo que seguían hablando y haciendo movimientos.

Uno de ellos salió corriendo y acabó detenido por su compañero que había ido a cubrir posibles fugas, mientras que los otros dos seguían hablando y moviéndose a pesar de que «les sigue ordenando que levanten las manos, que se estén quietos y no se muevan».

El imputado asegura en su declaración judicial que en ese momento observó que empezaban a moverse de perfil «dándole la sensación de que estaban ocultando algo, por la distancia y su posición, no sabe con seguridad quién puede llevar un arma porque no veía las manos izquierdas de estas personas».

Les ordena nuevamente que dejen de moverse y les escucha decir dirigiéndose a él: «Ya verás tú», a la vez que hicieron un giro brusco hacia donde él estaba, momento en que efectúa un único disparo con su arma reglamentaria «a modo de advertencia y con carácter preventivo más que otra cosa».

El agente declaró que tras el disparo, los dos supuestos delincuentes huyeron en direcciones opuestas, uno hacia el barranco del arroyo donde finalmente fue encontrado muerto.

El cuerpo del fallecido fue encontrado media hora después de ocurridos los hechos por una de las numerosas patrullas que llegó al polígono industrial de Cabanillas del Campo tras comunicarse a la central que se había producido el disparo.

Según la documentación judicial a la que tuvo acceso Efe, G.L.R., falleció no por la caída al fondo del barranco, como en un principio se informó a los medios de comunicación, sino a consecuencia de las «lesiones por arma de fuego».

Desde el día de los hechos el agente imputado está de baja laboral por razones médicas y se le ha retirado el arma.

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