No se lo pensó ni siquiera un segundo. Escuchó la voz de alarma que soltó la llamada del 091 y como el colegio está muy cerca de la Comisaría abrió la puerta, cogió uno de los coches camuflados y salió pitando. Nunca mejor dicho. En juego estaba la vida de un niño de siete años, quien había sufrido una parada cardiorespiratoria cuando se encontraba en el patio de su colegio, Nuestra Señora del Rosario, las Dominicas, en la calle Salamanca de Albacete.
Carlos, así se llama el agente de la Policía Nacional con destino en el Grupo Segundo de la Policía Judicial, apenas tardó unos minutos en llegar, pero se le hicieron eternos. Pónganse en situación. Ahora, con más calma, ha hablado con encastillalamancha.es.
«EL NIÑO ESTABA TUMBADO EN EL PATIO DE LA SEGUNDA PLANTA Y COMENZAMOS A…»
«Llegué al colegio al mismo tiempo que otros dos compañeros uniformados; y una chica, en la puerta del colegio, nos llevó hasta la segunda planta, donde hay un patio, y vimos al niño tumbado y que estaba siendo atendido por un grupo de profesores. En ese momento y hasta que llegaran los servicios médicos, nos hicimos cargo del niño y comenzamos a realizar las maniobras para estabilizarle».
Policías que se convierten en «médicos» y, llegado el momento, en lo que haga falta. «Nosotros tenemos nociones básicas de primeros auxilios que aprendemos en la academia. El niño estaba mal y procedimos a realizarle los ejercicios de reanimación hasta que aparecieran los servicios médicos». Que llegaron también raudos y se hicieron cargo de la situación.
Por fortuna, el menor se recupera de forma satisfactoria, pero tanto Carlos como Álvaro y Juan, sus dos compañeros, no olvidarán esos minutos de angustia para absolutamente todos los que se encontraban presentes.
«EL COMPORTAMIENTO DE LOS PROFESORES DEL CENTRO FUE EXCEPCIONAL»
«Fue un servicio de los más complicados que he tenido, porque una vida humana, la de un niño… Te toca más la fibra. Pero el resultado final fue positivo y eso te llena de satisfacción por el grano de arena que cada uno de nosotros pudimos aportar. Sin obviar, por favor, la labor de los profesores del centro, cuyo comportamiento fue, en todo momento, excepcional. Y esto también hay que resaltarlo».
De ahí que Carlos desee enviar «un pequeño mensaje de tranquilidad hacia todos aquellos padres con niños en edad escolar, porque han de saber que tenemos muy buenos profesores y que se encuentran en buenas manos, que se preocupan por los chavales sin reparar en nada más».
Y Carlos, Álvaro y Juan, tras el susto inicial, pudieron respirar tranquilos…