lunes, 25 de noviembre de 2024
Artículo de opinión 19/01/2014junio 9th, 2017

«En último pleno ordinario del Ayuntamiento decidí ser yo personalmente quien debatiera la moción POR EL ABORTO LIBRE, presentada por IU y aprobada con el apoyo de Page y sus concejales, por tres motivos: porque soy mujer, y estamos hablando de una cuestión que afecta en gran medida a las mujeres, porque soy joven, lo suficientemente joven como para haber nacido en democracia y en libertad, y como para que no me crea los argumentos trasnochados de la izquierda, y desde luego no puedan venderme aquello de que la izquierda es dueña y señora de los derechos y libertades públicas, y no va a venir ahora ningún señor de la izquierda a contarme cuáles son mis derechos; y porque soy madre, y como de madres es de lo que también tenemos que hablar, creo que ahí tengo también algo de legitimidad para hablar del tema.

Yo me siento no cómoda, sino muy cómoda con una reforma legislativa que comparto en todos sus extremos, que tiene todo mi apoyo personal y el de mi grupo, y que suponía uno de los compromisos que adquirimos con los españoles cuando llegamos al gobierno, puesto que era necesaria después de la terrible reforma que el anterior gobierno socialista llevó a cabo.


No estamos hablando de una ley que afecte a la moral privada de cada uno, que lo es; no estamos hablando de una cuestión que afecte a los derechos y libertades públicas constitucionalmente reconocidos, que también lo es, no estamos hablando de una cuestión que afecte a los derechos naturales, que también, estamos hablando de una cuestión que afecta a la esencia misma de la democracia. Estamos hablando de uno de los cimientos fundamentales sobre los que debe de sustentarse cualquier democracia: la defensa de la vida humana.

El aborto no es un derecho humano de nadie, defender el derecho a la vida de los no nacidos (lo mismo que de los ancianos o de los discapacitados) es una verdad que forma parte de los cimientos esenciales de la democracia. Esta una cuestión de justicia social y no de moral sexual. El reconocimiento del aborto por una ley, supone atribuir a la libertad humana un significado perverso: un poder absoluto sobre los demás, y eso es algo que la democracia no puede admitir.

De la anterior legislación a la ahora planteada hay un abismo de diferencia que supone cambiar la concepción de la vida de la izquierda, a quien le parece que no le otorga valor, a una concepción más madura, más responsable y más justa. Mientras que la izquierda plantea un Estado que no protege a los más indefensos, nosotros pedimos un Estado que salvaguarde también los derechos de quienes no pueden defenderse.

Cierto es que, y siempre teniendo en cuenta que la vida humana debe defenderse siempre, la interrupción voluntaria del embarazo supone en algunos casos excepcionales, la única alternativa posible. Ahora, la excepción no puede convertirse en regla en este caso, sobre todo si la misma supone legitimar la muerte de inocentes como pretende la izquierda. Y por ello, y en consonancia con la legislación internacional, se plantea, no sólo despenalizar el aborto para la mujer en todo caso, inclusive cuando la mujer se lo pueda causar a sí misma, sino establecer esos supuestos para casos muy excepcionales. Dejo fuera del debate aquellas gestaciones que se produzcan como consecuencia de violación por estar, creo, todos de acuerdo en que esta es una situación excepcional. Pero sí entro a valorar que se plantea en aquellos casos en los que el grave daño psicológico para la madre esté acreditado, incluyendo en este caso también aquellas tan graves malformaciones del feto que hagan inviable su vida independiente. Estos son los supuestos excepcionales y no pueden ni deben ser otros.

A estos supuestos la izquierda quiere que se suman las malformaciones y quiere libertad absoluta a través de unos plazos, por supuesto también fijados por la izquierda. Quieren ser ellos los que decidan qué momento es el que les vale para considerar que una vida comienza a ser tan humana que merezca respeto. Son ellos y sólo ellos los que se creen tan poderosos como para poder decidir el instante en el que una vida comienza a tener valor. Y son ellos también, los que se ponen de lado de las personas dependientes, de los discapacitados y de todos aquellos que precisan mayor atención por el Estado, pero a los que no tienen ningún problema en eliminar si no les han visto la cara antes de nacer.

Son ellos los que, llenándose la boca hablando de derechos civiles, quieren que se elimine el de la objeción de conciencia, son ellos los que quieren eliminar mi derecho a que un día, mi hija pueda contar con mi apoyo y con mi ayuda y prefieran que sea ella la que, sin apoyo de su familia, sola y sin información, pueda enfrentarse a un aborto sin que yo ni tan siquiera me entere de ello. Y son ellos, señores del PSOE y de IU, los que con su silencio cómplice y necesario, son capaces de legitimar la muerte de inocentes.

No me digan que las mujeres debemos tener derecho a decidir como si hablar de un aborto fuera un tema tan banal como elegir el color de un vestido. No nos traten a las mujeres como si necesitáramos la protección de la izquierda porque la historia y sus hechos nos han demostrado siempre, que nunca cuentan con nosotras cuando realmente se les necesitan.

Si quieren apoyar a las mujeres apoyen también nuestra maternidad. Tratar de construir una sociedad sobre la base de la única salida a la mujer embarazada con problemas es provocarle un aborto, no es sólo un error, sino que sobre todo supone cosificar a esa mujer. Si quieren hablar de derechos de las mujeres, trabajemos juntos para que las mujeres tengamos todo el apoyo necesario de los poderes públicos para poder ser madres sin problemas. Si quieren que realmente bajen los embarazos no deseados en adolescentes, trabajemos juntas en políticas de educación sexual sana y segura, en lugar de proponerles como método anticonceptivo el aborto o similares. Si quieren hablar de derechos de los discapacitados, no les eliminen antes de nacer.

Su argumento es tan perverso que llegan ustedes a diferenciar entre aquellos fetos que vienen a un ámbito familiar que consideran adecuado y desprecian a los que vienen a vivir situaciones más complicadas. Ustedes admiten como lógico que el nasciturus sea protegido en nuestro ordenamiento jurídico otorgándole, por ejemplo, derechos sucesorios, pero no tienen problemas en que ese mismo feto sea eliminado si a ustedes les conviene.

Destruir el problema no es solucionarlo, y los gobernantes estamos para dar soluciones a los problemas, no para arbitrar medidas radicales como destruir las vidas de otros que eliminan el problema ya producido, pero que no evitan que se vuelva a producir en el futuro. La auténtica libertad reproductora no está en que la madre pueda destruir su hijo no nacido, sino en que pueda elegir tenerlo sin que esto le suponga agobios económicos, afectivos o sociales. Un gobierno que ofrece el aborto como única solución a ciertos embarazos es cruel con la mujer con problemas, y no da libertad auténtica a las mujeres, la relega y la aparta del sistema de protección social del Estado.

No hablen con tanta ligereza sobre los derechos de las mujeres, no se crean con la titularidad plena de los derechos fundamentales, no quieran ahora abanderar la bandera de la libertad porque la historia y sus hechos nos demuestran que precisamente la izquierda se prodiga en hablar mucho y hacer poco a favor de las mujeres. No quieran ahora venderme que se nos van a mermar derechos, porque mis derechos no son objeto de merma por nadie, ni por los poderes públicos, ni sobre todo por ningún miembro de la izquierda. Esa es la diferencia entre la concepción de los derechos como derechos naturales que son y su visión de los mismos como meros privilegios.

La protección del ser humano, la protección de la vida, no es sólo una obligación por la continuidad de la especie, es un deber moral que debemos cumplir para poder construir una sociedad más justa. Su ideología de género, defensora del aborto, viola toda norma moral según la cual ningún ser humano puede ser utilizado o eliminado a conveniencia de otro. La defensa de la vida en contra de la cultura de la muerte supone realmente la defensa de la dignidad humana. Y cuando comprendan lo que supone la defensa de la dignidad humana realmente, empezarán a defender la libertad».

Claudia Alonso Rojas es portavoz del PP en el Ayuntamiento de Toledo.

Portavoz Grupo Municipal Popular,

Excmo. Ayuntamiento de Toledo

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