viernes, 20 de septiembre de 2024
Ocurrió en la oficina de Santa Cruz de Retamar (Toledo), en mayo de 2012 21/01/2014junio 9th, 2017

Dos de los autores del intento de atraco entran en la Audiencia Provincial de Toledo para ser juzgados.

Los dos principales autores del intento fallido de atraco reconocieron los hechos, aunque con matices. Se juzgan en la Audiencia Provincial de Toledo los hechos que sucedieron el 4 de mayo de 2012, cuando dos individuos entraron a robar en la Caja Rural de la localidad de Santa Cruz de Retamar (Toledo) y uno de ellos mató de un disparo a la señora que realizaba las labores de limpieza, Mercedes Martín Cabrero, de 60 años.


El autor material, Rafael G.T., dijo que efectivamente fue él quien disparó, pero de forma inintencionada, «cuando llegó esta señora yo la cogí y ella se puso nerviosa, no paraba de mover las manos, intenté tranquilizarla y al agarrarla por la espalda para meterla donde estaban los demás se me disparó el arma. No sé cómo se produjo, pero la pistola se disparó y fue cuando me di cuenta de que la había dado, cuando vi la sangre. En ese momento decidimos irnos, salimos corriendo, donde nos esperaba un conductor».

Su compañero de fechorías durante esa larga jornada, Manuel I.C., relató ante el Tribunal que él no vio nada cuando se produjo el disparo, «sólo escuché un forcejeo porque yo estaba en otra sala, con la directora de la oficina y esperando a que se abriera la caja fuerte. Porque si hubiera visto que Rafael disparaba a la señora lo hubiera evitado, en qué maldita hora fui a hacer esto, escuché un disparo pero pensé que se le había escapado. Vi sangre y nos fuimos corriendo, fue todo muy rápido».

Los matices a los que nos referíamos al principio, entre Rafael y Manuel, son determinar quién lideraba a quién, porque ambos se culparon mutuamente de entregar las armas el uno al otro. Fue el único punto en el que no estaban de acuerdo. Rafael dijo que cuando llegó a la furgoneta Manuel le había dejado una pistola en una caja y que pensaba que era de fogueo; y Manuel que fue Rafael quien le dio el arma, que pensaba que no estaba cargada e incluso para probarlo llegó a realizar un disparo antes de llegar a Santa Cruz de Retamar y no sucedió nada.

Ambos están en prisión desde que fueron detenidos, no así la tercera persona que les acompañaba y que también está siendo jugado, Ricardo G.H., quien ha afirmado en la sala de juicio que él no tenía ni idea de lo que querían hacer tanto Rafael como Manuel (que es su yerno), «simplemente me dijeron que me pagaban 500 euros por llevarlos, pero yo pensé que iban a robar a una obra o a llevarse cobre, pero nunca pensé que iban a robar a una sucursal bancaria. Yo aparqué el coche a unos 300 o 400 metros y nunca supe lo que querían hacer».

Los tres han afirmado que son toxicómanos (cocaína, heroína, hachís y marihuana) y que necesitaban dinero para pagársela.

ATARON A LOS EMPLEADOS CON CUERDAS EN LOS PIES Y EN LAS MANOS

Rafael reconoció que fue él quien iba «recibiendo» a los empleados de la Caja Rural de Santa Cruz de Retamar y una vez dentro «los apuntaba con la pistola, los sentaba y los ataba las manos y los pies». Un robo que se produjo el día 4 de mayo pero que habían previsto realizar un día antes, el 3, pero llegaron al pueblo y como era fiesta la sucursal estaba cerrada. 48 horas antes, el día 2, habían ido para realizar una inspección de la zona en directo.

Una vez que se produjo el disparo no se esperaron a que se abriera la caja de seguridad (quedaba poco más de un minuto para que se produjera) y se marcharon corriendo, «no paramos, seguimos hasta Fuensalida y nos bajamos en una calle, nos quitamos las ropas que llevábamos sobre la ropa normal y tiramos las armas».

Más tarde, una de las empleadas (que testificaron sin ser vistas, detrás de un biombo) reconoció que cuando esa mañana llegó junto a otra compañera a la Caja y se dispuso a aparcar, al pasar junto a la oficina vio que había dos hombres en el rellano, «con ropa de basureros, pero no los habíamos visto antes por el pueblo».

«RAFAEL ME DIJO QUE LAS PISTOLAS NO TENÍAN BALAS, QUE SÓLO ERAN PARA INTIMIDAD»

Manuel, yerno de Ricardo (conductor de la furgoneta), desmintió a Rafael en el tema de las pistolas, «fue él quien me la entregó a mí y yo pensé que eran de fogueo. ¡En qué maldita hora… Yo sólo iba a robar dinero! Rafael me dijo que no tenían balas, que eran sólo para intimidar».

Manuel, quien después de los hechos se escondió en la Cañada Real (Madrid), «donde estuve bastante tiempo, lo pasé muy mal y a los dos meses me presenté voluntariamente ante la Guardia Civil porque no podía aguantar más. Estaba y estoy muy arrepentido y reconocí los hechos. Fue Rafael quien me propuso hacer esto, yo era la primera vez que lo hacía. Me dijo que me fuera con la directora y que esperara a que se abriera la caja para coger el dinero».

Y respecto a Ricardo, su suegro, «le engañé, le dije que si nos esperaba en la furgoneta le daría 500 euros, pero no le dije lo que íbamos a hacer, él no sabía nada. Nunca pensé que alguien iba a morir, yo no pude evitar la muerte de la señora, no lo vi, sólo escuché el disparo».

«ME DABAN 500 EUROS POR LLEVARLOS, PERO PENSÉ QUE IBAN A COGER COBRE»

El tercero de los acusados, Ricardo, conductor de la furgoneta, afirmó que dos días antes de los hechos le había llamado Rafael, a quien conocía desde hacía 21 años por ser ambos consumidores de droga, «y como yo estaba necesitado porque soy consumidor de cocaína y heroína, pues acepté, pero pensé que iban a coger cobre. En ningún momento vi que llevaran pistolas. Aparqué la furgoneta a unos 300 o 400 metros y regresaron en 20 minutos y nos fuimos para Torrijos (Toledo). Nos perseguía la Guardia Civil, sí, pero no paré por miedo, tenía otra causa pendiente. Rafael y Manuel se bajaron en Fuensalida. Sabían que iban a hacer algo ilícito, pero nunca que iban a robar en una sucursal, yo no estuve presente cuando decidieron cometer el robo».

«SACARON LAS PISTOLAS, NOS METIERON DENTRO, LLEVABAN ROPA COMO DE BARRENDEROS…»

Tras las declaraciones de los tres acusados llegó el turno de los testigos. Una de las empleadas del banco recordó que ese día llovía y que llegó en coche a la oficina junto a una compañera. Al bajar vieron a dos personas que iban como con trajes de barrenderos que estaban como escondidos en el rellano de la oficina. «Nos quedamos en la acera pero nos cogieron por la espalda, ellos iban con la cara descubierta».

Fue en ese momento «cuando sacaron una pistola, nos dijeron que abriéramos la puerta y que nos metiéramos dentro. Ellos se pusieron pasamontañas (bufandas tubulares) y a mí uno de ellos (Manuel) me llevó para que abriera la caja fuerte, que tenía un retardo de 10 minutos, y se quedó conmigo para controlar».

Mientras, Rafael se quedaba en la entrada de la oficina para «recibir» a los empleados e ir atándolos de pies y manos. Hasta que llegó Mercedes, la señora que se encargaba de las labores de limpieza. A partir de ahí…

«La señora dijo ¡a mí no! y se oyó un disparo, pero yo no vi cómo la disparaba».

La fiscal solicita, en principio, 20 años de prisión tanto para Rafael como para Manuel (15 por un delito de homicidio, año y medio por tenencia ilíicita de armas y tres años y cinco meses por un delito de robo con violencia en grado de tentativa). Para el conductor de la furgoneta, Ricardo, solicita tres años y cinco meses de prisión por un delito de robo con violencia en grado de tentativa. De hecho, al marcharse apresuradamente de la Caja Rural no se llevaron ni un solo euro.

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