Pedro Castelló Hernández, Máximo Gil Serrano, Raimundo Herrero Toledo, José Rodríguez Tocinos, Luciano Rubio del Valle, Francisco Ruiz Benito, Emiliano Sotoca López, Gabriel Villacañas Suárez, Juan Tordesillas Arellanos y Eleno Díaz Tendero. Todos ellos dieron su vida por la libertad de los pueblos, 10 toledanos que lucharon contras las tropas nazis y que murieron en campos de concentración. Hoy, Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, la capital regional ha rendido un merecido homenaje, no solo a estas 10 personas -cuyos nombres han quedado grabados en un monolito inaugurado en la plaza de Sofer-, sino a todas las que sufrieron aquella barbarie.
En un acto al que han asistido famliares de las víctimas y representantes de todos los grupos políticos municipales, con el alcalde Emiliano García-Page a la cabeza, Toledo ha inaugurado este monumento con las palabras de Bienvenido Maquedano, nieto de una víctima: «En mi casa no se hablaba nunca de política y por eso tardé una eternidad en saber que mi abuelo, Hipólito Maquedano Muñoz, murió el 13 de noviembre de 1941 aferrado a la valla electrificada del campo de exterminio de Gusen». Su relato es el de una de tantas historias que ensombrecen aquellos años.
Este monolito, según Page, sirve de recuerdo pero también de «advertencia». «La sociedad avanza pero puede caer en el mismo error», de ahí que apuntase la necesidad de rememorar lo ocurrido para que «no vuelva a surgir ningún político como Hitler» pero también para que, de forma individual, no se reproduzcan los modelos racistas.
Más allá de homenajear a los toledanos que murieron en los campos de concentración de Dachau, Gusen y Mauthausen, con este acto se proclama que «la libertad de creencias y la dignidad humana deben estar por encima de todo lo demás». «Hemos tardado mucho en hacer este homenaje pero lo hemos hecho en el momento, en el Día Internacional de las Víctimas del Holocausto- y en el lugar correctos, en plena calle Reyes Católicos, cerca de la sinagoga más grande de Europa y encima de los restos de otra sinagoga, la de Sofer».
Page ha añadido que hubiera sido difícil imaginar el tránsito de la dictadura a la democracia sin que hubiese habido miedo y sin dosis de «autoamnesia». «Los que negociaron hicieron un ejercicio de autoamnesia porque si no hubiesen olvidado seguramente no habrían llegado a un acuerdo. Pero eso no significa que la sociedad esté condenada a olvidar para siempre» pues «la memoria es un acto de inteligencia».
Durante la inauguración del monolito también ha tomado la palabra el concejal de IU en el Ayuntamiento, Aurelio San Emeterio, quien señalaba que «fuimos derrotados en Talavera, Toledo o Madrid pero aquella generación de hombres siguió combatiendo contra el franquismo». «Hoy, cuando recordamos a esta generación de españoles antifascistas renovamos un juramento: no dejaremos que vuelva la barbarie fascista».
Por su parte, Claudia Alonso, portavoz del PP en el Consistorio, hacía extensible el homenaje a los 7.000 españoles muertos en los campos de conentración en «uno de los episodios más abominables de la historia de la humanidad». Por último, el portavoz del Gobierno municipal, Rafael Perezagua, ponía de manifiesto que, «tras la Segunda Guerra Mundial, Europa y el mundo cambiaron a mejor, pasaron a tener un sociedad libre, justa y con grandes perspectivas», de aquí «nació el estado del bienestar, fruto del sacrificio de tantos que fueron masacrados por los que imponían un modelo de vivir».