El presidente de Eurocaja Rural, Javier López, y el director general de la cooperativa de crédito, Víctor Manuel Martín, han inaugurado la Sala de la Real Fábrica de Armas, ubicada en la Academia de Infantería de Toledo, que ha sido restaurada fruto de un acuerdo de colaboración entre ambas instituciones para la conservación de este importante conjunto histórico y monumental.
En la inauguración, que contó con la participación del general de división Fernando Barrón, director de enseñanza, instrucción, adiestramiento y evaluación del Ejército de Tierra, estuvieron presentes el que fuera coronel director de la Academia de Infantería hasta octubre, Antonio Armada, y su sustituto en el cargo, el coronel director actual, Álvaro Díaz.
Eurocaja y su compromiso con el patrimonio
El acuerdo de colaboración, firmado en agosto por ambas entidades, certifica las estrechas relaciones existentes entre las dos instituciones y la implicación de la entidad financiera con el entorno y la sociedad en la que desarrolla su actividad. En este caso, la finalidad del acuerdo ha sido la conservación del patrimonio artístico, cultural, histórico y funcional que representa la “Sala Real Fábrica de Armas”.
En el transcurso de la celebración, ambas instituciones han reiterado su compromiso en favor del desarrollo de acciones conjuntas que salvaguarden el patrimonio material e inmaterial, pues son imprescindibles para conservar nuestra historia, identidad, legado y valores.
La Sala Real Fábrica de Armas
Debe su nombre a la antigua Fábrica Nacional de Armas de Toledo, que fue fundada en 1761, en la antigua Ceca de Toledo o Casa de la Moneda, destinándose, fundamentalmente, a la fabricación de espadas.
Sin embargo, en 1777 fue trasladada fuera de la ciudad, a orillas del río Tajo, en el sitio llamado “playa de las Barcas”, para poder utilizar su fuerza hidráulica, donde permaneció hasta su cierre definitivo, en 1996.
Gracias a este acuerdo, la sala ha sido completamente restaurada en cuanto a su mobiliario, iluminación, tallas, cuadros, premios de Ferias Internacionales, lámparas y el propio suelo, conservándose así, en perfecto estado, los artículos y trabajos originales que habían sido trasladados a la Academia de Infantería tras el cierre de la fábrica, a finales del siglo XX.