viernes, 29 de noviembre de 2024
05/02/2014junio 9th, 2017

Protagonizada por Juan Echanove y María Galiana, con el propio Echanove como director, la obra teatral «Conversaciones con mamá» hace que el espectador pase de las risas a las lágrimas durante la conversación entre madre e hijo, al acudir éste a pedirle ayuda cuando las cosas empiezan a irle mal. Se podrá ver en el Teatro Auditorio de Cuenca el próximo 7 de febrero a las 20:30 horas.

«Creo firmemente en la ternura y el sentido del humor como factores decisivos para conseguir ese ansiado reverdecer tan necesario en esta nuestra sociedad que cada día debe más a la gente mayor… a esos esforzados ciudadanos… a esos padres y abuelos que al final de su ruta todavía tienen energía para tirar de su carro y del de todos nosotros».


Quien así se expresa es Juan Echanove, director y coprotagonista de «Conversaciones con mamá» junto con María Galiana, un texto en el que «a lo largo de una hora y media Juan y su madre conversan alrededor de un espinoso tema que dentro de su intimidad familiar hace saltar chispas en forma de risas y alguna que otra vez nos humedece los ojos».

La obra está protagonizada por Jaime, de 50 años, y su madre, de 82, ambos con vidas muy diferentes. Jaime tiene mujer y dos hijos, un chalé en las afueras de la ciudad y dos coches, y una suegra a la que atender. Por su parte, mamá se las arregla sola y va sobrellevando su vejez con dignidad. Pero un día sucede lo inesperado, cuando la empresa para la que trabaja Jaime lo deja en la calle por reajustes de personal, una lamentable situación que lo llevará a tomar una serie de decisiones drásticas porque no puede seguir manteniendo el tren de vida que había llevado hasta el momento. Así las cosas, plantea a su madre que abandone la casa familiar para que él pueda venderla y superar la situación que atraviesa su familia por culpa de la crisis.

A partir de este inicio, se desarrolla la larga conversación entre madre e hijo en la que pasan de las risas a las lágrimas y con la que consiguen emocionar al espectador, que asiste solemne a este encuentro privado que en realidad es muy similar al que un buen número de personas pueden vivir actualmente. Porque, desde un primer momento en el que parece que las cartas están puestas sobre la mesa, van surgiendo asuntos inesperados que lleva la historia por derroteros inesperados pero que, en realidad, son fácilmente reconocibles por el espectador.

Tal y como sigue contando Echanove, «Jaime visita a mamá para pedirle ayuda y mamá pone delante de sus ojos, con enorme sabiduría y sentido del humor, un espejo en el que Jaime, a lo largo de la función, irá descubriendo sus miserias».

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