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06/02/2014junio 9th, 2017
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Si el PP y el PSOE fueran alumnos de un colegio, es muy probable que el profesor o profesora los enviara al rincón de pensar, como hacen con los niños que no se portan bien en clase. La encuesta que ha dado a conocer el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) el día 5 de febrero es tan demoledora para estos partidos que debería hacerles reflexionar sobre lo que están haciendo mal.

Si se celebraran ahora elecciones generales, obtendrían los peores resultados de su historia. El PP lograría el 32,1 por 100 de los votos, lo que significa que no sólo perdería la leve recuperación que había registrado en encuestas de los meses anteriores sino que se quedaría 12 puntos por debajo del resultado con el que ganó las elecciones generales en 2011.


Al PSOE no le va mejor, porque no se beneficia del desgaste que siempre sufre el partido que gobierna y llegaría al 26,6 por 100 de los votos, con lo que retrocede sólo dos décimas respecto a octubre pasado pero perdería dos puntos respecto a las elecciones generales.

TODOS SUSPENDEN

Además, Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba siguen bajando en la opinión que tienen de ellos los ciudadanos, no generan confianza en una abrumadora mayoría de los encuestados, no hay ni un solo dato positivo para ellos en el sondeo y, por si eso fuera poco, ningún ministro recibe un aprobado en su gestión. Todos suspenden y la peores puntuaciones son para los de Sanidad (Ana Mato, 1,97 puntos), Hacienda (Cristóbal Montoro, 1,84) y Educación (José Ignacio Wert, 1,42).

Por el contrario, Izquierda Unida, la federación que lidera Cayo Lara, continúa la senda ascendente que mantiene en todas las encuestas desde las elecciones generales de 2011 y obtendría el 11,3 por 100 de los votos, cinco puntos más que entonces. UPyD, con Rosa Díez a la cabeza, también registraría un importante aumento de votos hasta alcanzar el 9,2 por 100.

Las encuestas son sólo eso, encuestas, pero sirven para conocer la opinión de la ciudadanía en un momento determinado sobre los políticos que gobiernan y los de la oposición.

El CIS, que algunos partidos critican cuando sus datos son desfavorables para ellos pero respetan cuando el pronóstico es positivo, es un organismo público con prestigio internacional. Sus barómetros y encuestas no son para creerlas al pie de la letra como si fueran dogma de fe -ha cometido serios errores en sus pronósticos para algunas elecciones, como las empresas encuestadoras privadas-, pero conviene tenerlas en cuenta como indicadoras de lo que opina la ciudadanía. Opinión que, naturalmente, puede cambiar por diversas circunstancias antes de depositar el voto en las urnas, en cuyo caso se produce el error en el pronóstico.

EL SEGUNDO PROBLEMA MÁS GRAVE

Un dato de este sondeo debería preocupar de manera especial a todos los partidos, sobre todo a socialistas y populares: una vez más, y van muchos meses con el mismo resultado, el paro es el principal problema de España para las personas consultadas por el CIS, incluso en un porcentaje mayor que un mes antes (78,5 por 100). Pero, también una vez más, la corrupción y el fraude continúan como el segundo problema más grave, según el 39,5 por 100 (en octubre lo era para el 37,6 por 100), algo especialmente preocupante.

Si se lee algún periódico, se escucha la radio o se mira la televisión se entiende que a la ciudadanía le preocupe más la corrupción política que, por ejemplo, los problemas de tipo económico, que ocupan el tercer lugar en la lista del CIS. Basta citar algunos casos: la trama Gürtel, el caso Bárcenas, los ERE irregulares en Andalucía, la investigación sobre la presunta financiación ilegal del PP, los asuntos judiciales en los que están implicados algunos dirigentes de CiU, Iñaki Urdangarin y la infanta Cristina, la presunta mala utilización de ayudas públicas por parte de algunos dirigentes de la UGT andaluza, Bankia y las preferentes, etc., etc., etc.

Con tantos casos y más casos de presunta corrupción, algunos ya no tan presunta, es fácil entender que muchos ciudadanos se sientan cada vez más alejados de los políticos porque consideran, entre otras cosas. que no resuelven el principal problema: el desempleo.

SE SIGUE PERDIENDO EMPLEO

Los últimos datos sobre el paro facilitados por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social han sido una bofetada para Rajoy y el Gobierno, frente al excesivo optimismo que mostraron el último fin de semana en la convención del PP en Valladolid: se podrá ver el vaso medio lleno o medio vacío y hacer todo tipo de interpretaciones para dulcificar las cifras, pero en enero se destruyeron 184.031 puestos de trabajo, el paro aumentó en 113.097 personas y descendió el número de cotizantes a la Seguridad Social respecto a diciembre.

Si se suman estos datos a los casos de corrupción, la mezcla es explosiva. Y, como suele ocurrir cuando se avecinan unas elecciones, esa situación da pie a que surjan nuevos partidos, plataformas ciudadanas o agrupaciones de electores que se presentan a los comicios porque no quieren saber nada de los partidos tradicionales, con lo que ponen a todos ellos al mismo nivel de manera injusta.

Cualquier ciudadano tiene derecho a participar en política y a presentarse a las elecciones, siguiendo las vías establecidas en la ley. Pero los experimentos es aconsejable hacerlos sólo con gaseosa, no con las ideologías o con los sentimientos de la gente. A las elecciones al Parlamento Europeo de mayo próximo van a concurrir varios partidos o plataformas recién constituidos -Vox, Podemos, Partido X…- de futuro incierto. Porque una cosa es canalizar el cabreo de la ciudadanía para lograr que apoyen con su firma una candidatura alternativa a las tradicionales y otra bien distinta es que, llegado el día de la votación, esos firmantes depositen en la urna la papeleta a favor de esa formación nueva y no opten por otra ya consolidada y existente, aunque ésta última haya cometido errores. Sobre todo, como ocurre ahora, cuando algunas de estas recién creadas formaciones se parecen mucho en sus propuestas a los partidos tradicionales, excepto en algunos aspectos muy concretos.

Pero tienen derecho a presentarse. Y alguna de esas listas puede dar una sorpresa. Los grandes partidos tradicionales deberían irse al rincón de pensar y reflexionar sobre esa situación y sobre la última encuesta del CIS, si de verdad quieren mejorar y regenerar la democracia, como dicen a diario.

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