El maestro alcarreño de kárate Salvador Herraiz Embid tiene dos pasiones, el kárate y Japón. De lo primero da fe su trabajo diario, ya que este exkarateka de 52 años ha convertido su amor por este deporte en su profesión. Lo segundo queda claro en la exposición que, bajo el título de «Japón profundo», se muestra en el Teatro Buero Vallejo de Guadalajara hasta el próximo 13 de febrero.
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Salvador Herraiz cree que la muestra va ser la «primera y la última», ya que ha sido ocasional, motivada por sus continuos viajes al país nipón, llevado por su otra pasión, el kárate.
De Japón este alcarreño ama «la paciencia, el orden, la humildad, el sosiego, el respeto a todo el mundo», «virtudes» (así subtitula sus fotos) que echa de menos en España y quizá en Occidente en general.
Sus fotos muestran sobre todo el Japón tradicional, que ofrece «cocineros, gente del campo, amas de casa», pero también el moderno, con sus jóvenes y trabajadores urbanos, todo ello para ilustrar eso que define al País del Sol Naciente: la mezcla perfectamente serena de tradición y modernidad.
Como ejemplo de las referidas virtudes, Herraiz comenta el ejemplo que dio Japón tras el desastre de Fukushima: «Demostraron que saben comportarse con orden y respeto mutuo, todos sabríamos lo que habría ocurrido en otros lugares», comenta.
Este maestro de kárate, propietario de una escuela en Guadalajara, se dedica a este deporte desde 1980. En 1987 viajó a Japón por primera vez, y ya no ha parado de visitar aquel país. Finalista en los 80 en campeonatos de Europa, recibió el 7º DAN en Japón, frente a las máximas autoridades del kárate.
Cita a Mishima, a Kurosawa, como alguno de los máximos artistas de Japón, una cultura que revistió su gran tradición guerrera de la Edad Media de un código de honor puesto a prueba más tarde en varios episodios trágicos de la historia moderna.
Las fotos que acompañan este reportaje, cedidas por Herraiz, pertecenen a la propia exposición y a su pasado y presente como karateka.