Febrero fue el mes de la anacrónica, absurda y surrealista, y de todos los calificativos similares que se les ocurra, invasión de Ucrania por parte de Rusia. Sí, el pleno siglo XXI, como si no tuviéramos nada que aprender de absurdos conflictos bélicos anteriores.
Mientras ciudadanos ucranios morían o, cuanto menos, vivían atemorizados tratando de sobrevivir entre bombas, disparos, tortura e injusticia, una ola de solidaridad se llevaba a cabo por el resto del planeta. Castilla-La Mancha no iba a ser menos.
El ciudadrealeño que fue a Ucrania como juez y se encontró con las bombas
A lo largo de esas semanas contamos historias que te ponían los pelos de punta, desde la de Luis Delgado, un ciudadrealeño que vive en Elche y que estuvo, junto con su esposa, más de seis días atrapado en un hotel de una ciudad del sureste de Ucrania «viviendo con angustia y miedo» las sirenas y el estallido de los bombardeos. Habían ido a participar como jueces en una competición internacional de baile y se encontraron con una invasión.
El tremendo gesto de humanidad del Fútbol Sala Moprisala Toledo
O las historias de Artiom, Iliyam, Zajarm, Yasha, Miron y Andrei, los seis jóvenes ucranianos que fueron fichados de inmediato por el Fútbol Sala Moprisala Toledo en un claro ejemplo de inmensa humanidad. Acababan de llegar de su país a varios pueblos muy cerca de Toledo y el club toledano no tuvo ninguna duda…
«Esta es vuestra casa», les dijeron como saludo de bienvenida. «Con un balón de por medio, todo es un poco más fácil», nos contó el presidente del club, José Manuel Sánchez Monroy.
Una historia que encastillalamancha.es reconoció, en nombre de todos cuantos habían aportado su granito de arena para ayudar en esta tremenda injusticia, en sus Gala de Premios «Excelentes».
Un club de Toledo incorpora a seis niños ucranianos: «Con el balón, todo es más fácil»
Tamara se trajo a Toledo a sus nietas, su hija, su nuera…
También reflejamos la angustia de ucranios que viven en Castilla-La Mancha y que tenían a familia y amigos en su país de origen. Como el testimonio de Tamara, quien desde Toledo, en las primeras horas de la invasión, proclamaba a los cuatro vientos: «¡Que vuelvan todos vivos!».
Finalmente, el 6 de marzo recibía en la capital regional y con los brazos abiertos a su hija, sus cuatro nietas, su nuera y su consuegra. Tamara regenta el bar «El Muro» y hasta allí nos acercamos.
Y hablamos con Olga, hija de Tamara, madre de tres hijas y esposa de un militar marino que se quedó a defender a su país en primera línea de batalla. Ella, con un trabajo dependiente del Estado, nos contó que estaba, literalmente, «aterrorizada». Nada que no se notara en su mirada…
La familia de Tamara, ya en Toledo, «escuchan una sirena y se aterrorizan»
De Chinchilla de Montearagón a Ucrania, tres toneladas de solidaridad
Los pelos de punta nos puso la historia de Pedro López, el albaceteño que recorrió los más de 3.000 kilómetros que separan Chinchilla de Montearagón de Ucrania para llevar casi 2.800 kilos de ayuda humanitaria. «Fue la mejor noche de mi vida, pero hemos visto cosas muy duras», nos contó.
«No quería estar sentado en el sofá y ser uno más en el salón de mi casa, hablé con mi hija Bárbara y le dije; oye, vamos a hacer un llamamiento para que la gente traiga comida y bienes de primera necesidad, cargamos la furgo y lo llevo a Ucrania». La iniciativa se difundió a través de las redes sociales y, tan solo un día después, llenaron dos furgonetas con casi 2.800 kilos de ayuda. Realmente impresionante.
«Ver a dos abuelos cruzar la frontera con bolsas, después de toda una vida, es desolador»
«Con los pelos de punta», seis talaveranos y el viaje que marcó sus vidas
Hubo muchas más historias durante esas primeras semanas, pero vamos a terminar con la que han protagonizado seis talaveranos en el que podría ser uno de los viajes de sus vidas. El 10 de diciembre pusieron rumbo a Leópolis, una de las muchas ciudades golpeadas por la invasión, cargados de mucha ilusión y material humanitario.
Fernando, uno de esos voluntarios, habló con encastillalamancha.es y reconoció que la experiencia había sido «muy dura, pero hemos regresado a casa desbordados de felicidad» por haber puesto su granito de arena.
Llevaron dos furgonetas y un camión llenos de alimentos, medicinas, material sanitario y juguetes para muchos de los niños que han perdido a sus familias. Un viaje que ha marcado sus vidas y los ha dejado «con los pelos de punta».