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Artículo de opinión 22/02/2014junio 9th, 2017

«El sábado 22 de febrero se cumple el 75 aniversario de la muerte de Antonio Machado en la localidad francesa de Colliure. Como miles de españoles, había pasado la frontera huyendo del terror y la represión que las tropas franquistas iban imponiendo en los últimos reductos de la España republicana. La muerte del poeta sevillano simboliza la amarga derrota de los millones de españoles que el 18 de julio de 1936 se mantuvieron leales al gobierno legítimo de nuestra nación. Con motivo de este aniversario quiero recordar la cercana relación que Antonio Machado tuvo con la ciudad de Toledo.

El 12 de abril de 1919 Machado rubricó en Toledo el prólogo para la segunda edición de su libro «Soledades, galerías y otros poemas». El escritor se encontraba en nuestra ciudad pasando las vacaciones de Semana Santa. Se alojaba en casa de su hermano Francisco, quien desde un año antes era subdirector de la Prisión Provincial, cuyas dependencias se encontraban en el antiguo Convento de Gilitos, actual sede de las Cortes de Castilla-La Mancha. En los siguientes años, el gran poeta visitaría en repetidas ocasiones a su familia.


Antonio Machado siempre tuvo un cariño muy especial por su hermano Francisco, el menor de sus cinco hermanos, quien también fue poeta y escritor. En sus visitas a Toledo solía acompañarle a una tertulia que Francisco frecuentaba, en la que participaban personajes como Francisco de Borja San Román, Enrique Vera o Santiago Camarasa.

El 15 de septiembre de 1924, Antonio apadrinó en la Iglesia de San Cipriano a su sobrina Leonor, quien llevaba el nombre del gran amor del poeta. Francisco era padre de tres niñas, un niño varón nació en Toledo y murió a las pocas horas.

En su libro de apuntes «Los Complementarios», Antonio Machado dejó algunas anotaciones relacionadas con Toledo. Así, por ejemplo, sabemos que el 15 de abril de 1923 volvió a visitar la ciudad, coincidiendo en el tren con «los literatos madrileños» que ese día rindieron homenaje a Galdós descubriéndole una placa en la calle de Santa Isabel, en la fachada de una de las pensiones frecuentadas por don Benito.

En ese mismo cuaderno hay anotaciones relacionadas con sus visitas a diferentes monumentos toledanos como el Convento de Santo Domingo, el Monasterio de San Juan de los Reyes o el Hospital de Santa Cruz. Gracias a estas notas, conocemos sabemos que consideraba la pintura del Greco como «explosiva». En otro de sus cuadernos, cuyos facsímiles fueron publicados hace unos años por la Fundación «Unicaja» hay unos apuntes suyos, preparatorios de sus clases, referentes a la Escuela de Traductores de Toledo.

Francisco Machado permaneció en Toledo hasta octubre de 1929. En sus años de estancia aquí cultivó sus aficiones literarias, dando a conocer sus poesías en publicaciones tan diversas como «El Castellano», «El Practicante Toledano» o la revista ilustrada «Toledo». Unos meses antes de su marcha, en la primavera de 1929, publicó el libro «Leyendas toledanas en verso». Fue el único título que vio impreso en su vida, siendo reeditado en Madrid tras la guerra civil.

En los últimos meses de la guerra civil, Francisco y su familia convivieron con Antonio Machado en Valencia. Su sobrina Leonor recuerda cómo el poeta ponía gran interés en que las niñas leyeran «El Quijote».

Como otras tantas familias, la guerra desmembró a los Machado: Antonio y su madre, doña Ana, fallecieron en Colliure, Manuel permaneció en España, Francisco también pasó a Francia y luego regresó a Madrid, Joaquín y José murieron exiliados en Chile.

Sobre la familia Machado en Toledo he publicado el libro «El reloj de la cárcel. Poesías y leyendas toledanas de Francisco Machado» (2005) y «La huella de Antonio Machado» en el libro «Historia y Arte del Convento de San Gil» (2008), así como algunos artículos. Os dejo un enlace de uno de ellos».

http://195.76.170.140:85/archivo/revista/as3/17.pdf

Enrique Sánchez Lubián es periodista y jefe de prensa del Ayuntamiento de Toledo.

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