martes, 26 de noviembre de 2024
El arzobispo Braulio Rodríguez, con ellos 22/02/2014junio 9th, 2017

Misiones, voluntarios y empleados, todos a una.

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Eran las jornadas de formación para voluntarios y empleados de Obras Misionales Pontificias (OMP) y el arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, agradeció el trabajo realizado con una frase que lo resume todo: «¡Cuánto bien se hace sin que se conozca!».

Y es que la Delegación de Misiones de Toleedo participó un año más en las citadas jornadas, que en esta ocasión centraron su mirada en Asia y Oceanía como territorios de misión. Además del arzobispo, por las jornadas pasaron monseñor Kike Figaredo, prefecto apostólico de Battambang (Camboya); Anastasio Gil, director nacional de OMP; o Jesús López, delegado de Misiones de la Archidiócesis de Toledo.

Porque tal y como reflejó Rodríguez, «la Iglesia es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. Porque transmitir la fe en una iglesia misionera será por mucho tiempo nuestro más formidable desafío y prueba de si nuestro seguimiento de Cristo es real o ficticio».

Monseñor Figaredo, a quien se conoce como el «obispo de la silla de ruedas» por su trabajo con las personas con discapacidad, además, agradeció «el apoyo anímico, espiritual y económico de los amigos en la retaguardia, porque lo que hacemos en las misiones es gracias a vosotros».

A su vez, la Delegación de Misiones de Toledo presentó su experiencia sobre el acompañamiento de los misioneros regresados. Su secretaria, Marisa López, destacó que la capital regional es «el hogar de acogida para los misioneros para escuchar, acompañar y facilitar lo que necesiten».

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