Tener los ahorrillos fuera de España y que te pillen siendo político debe ser frustrante, tanto que a su último protagonista le ha dado tal dosis de vergüenza que no ha tenido más remedio que hacer un poco el paripé primero de hombre de bien pero cabreado y dejar su puesto de senador después. De tertulia en tertulia nos ofrecía su versión televisiva prácticamente cada noche, para que luego le cojan con el carrito de los helados, pero sin dulce dentro, sólo con billetes evasivos, de estos que se van a Suiza porque quieren ser útiles y emigran porque es donde está el verdadero parné.
Los negocios son los negocios. Me río.
1.5 millones de euros no están nada mal. Sobre todo si eludes el fisco y te los llevas a tierras helvéticas pero, eso sí, tú no te evades y te quedas en España para que los ciudadanos puedan votarte y así cobrar de los impuestos que los demás sí pagamos aquí. Maldita paradoja. Legal será todo lo que ustedes quieran. Pero te pillas un cabreo cuando te enteras… Asco es poco.
Y las europeas a la vuelta de la esquina. Dentro de muy poquito empezaremos a escuchar que es prácticamente una obligación pasar por las urnas, que la democracia es así, que para opinar primero tenemos que votar, que caminante se hace camino al andar, que si no participamos no colaboramos, que… Me da que la abstención y el pasotismo ganará por primera vez en su historia. Luego muchos, todavía, seguirán con su paripé particular y se extrañarán.
Eso, un paripé, oiga.
Vamos a lo de Jordi Évole y su particular 23-F. Hubo gente que se lo tragó hasta que las redes sociales les hicieron ver que su salón se había convertido en una gran sala de cine, caso de la dirigente socialista Beatriz Talegón; otros que mostraron su malestar desde el minuto uno porque piensan que no estamos para bromas aunque de aquello hayan transcurrido 33 años, caso del dirigente de IU Gaspar Llamazares… Nos guste o no, siempre volvemos a las dos Españas. El programa ha cosechado críticas y halagos a partes iguales. Me imagino que al final dependerá de cómo les caiga el periodista: para sus incondicionales, chapó; para el resto, «Zzzzzzzzzzz…». Quien esperara rigor imagino que cambió de canal; para quien sólo fue un entretenimiento digo yo que sólo esperaba el momento en el que Leguina se descojonara o Vestringe mirara a la cámara y no pudiera aguantarse la risa. Lo que no pudo evitar en algún momento Alcaraz. Y Garci no digamos.
Tómenselo como lo que era: un «ensayo» de televisión de alguien que puede permitírselo.
Al final todo es eso, un paripé.
cesardelrio@encastillalamancha.es