«El 95% del deterioro del PSOE viene por sus socios», «(La reforma del delito de malversación) es lo que parece, la gente no es tonta… Junqueras y Puigdemont lo entienden muy bien», «Muchos se empeñan en decir que soy un socialista atípico, lo que es atípico es lo otro», «Que (el Gobierno de España) pague lo que debe, esto tiene un límite», «Es una obscenidad política que Bildu quiera reescribir la historia…» o «No es tolerable pactar con los delincuentes su propia condena…» Con frases como estas Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha y secretario general de los socialistas en la comunidad autónoma, ha hecho correr ríos de tinta atesorando un perfil político propio en el que confluyen los rasgos de moderado en sus posiciones y radicalmente enfrentado a los extremos, en la izquierda o en la derecha, y a los partidos independentistas, tanto catalanes como vascas.
Sus afirmaciones han sido duramente críticas y contrarias con decisiones del Gobierno de Pedro Sánchez como la Ley de Bienestar Animal (que amenazaba la práctica de la caza), de la «ley del solo sí es sí», de la reforma del Código Penal para eliminar el delito de sedición o rebajar las penas del del malversación, la ley de memoria histórica y otras iniciativas de menor calado pero que atentaban con los planteamientos del socialismo moderado que él representa, como su defensa del papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y las Fuerzas Armadas.
«Soy autónomo y me llevo golpes por defender a España»
Sin embargo, han sido sus posiciones las que finalmente ha adoptado el Gobierno de España para sacar adelante leyes impulsadas por los ministros de Podemos que generaban rechazo en el PSOE. Así ha ocurrido con la Ley de Bienestar Animal, donde se impuso la fórmula de CLM para garantizar una legislación propia para los perros de caza, las rehalas y los animales auxiliares en la actividad cinegética. O en la «ley del solo sí es sí», cuando desde Castilla-La Mancha se avisó a la ministra de Igualdad, Irene Montero, sobre las dudas que le generaba la ley en relación a la rebaja de penas en los delitos cometidos por agresión sexual.
«Soy autónomo de mi partido y me llevo muchos golpes por defender a España y a Castilla-La Mancha» afirmó el 4 de octubre en el debate sobre el Estado de la Región en las Cortes de Castilla-La Mancha. Lo dijo todo con pocas palabras. Por su fondo y sus formas se ha hecho una voz imprescindible entre quienes no comparten algunos de los postulados del Gobierno coalición de PSOE y Unidas Podemos que preside Pedro Sánchez, con el que mantiene relaciones más que difíciles.
Desde el Gobierno nacional, Pedro Sánchez le contesta «el procés ha acabado» a sus últimos críticas, mientras la portavoz del PSOE, la ministra Pilar Alegría, le insiste en que el PSOE es un partido unido y le recrimina guardar silencio en los órganos internos y criticar ante la prensa. El presidente de Aragón, Javier Lambán, está entre sus aliados; y el exlehendakari Patxi López entre quienes se ha opuesto a las posiciones de Page y defendido al Ejecutivo por «decisiones valientes».
En alerta y modo laboratorio
De carácter inquieto, exigente e hiperactivo, Page mantiene a su Ejecutivo en permanente alerta y en modo laboratorio de iniciativas con las que afrontar los problemas de siempre o los nuevos retos. Su agenda pública incluye varios actos cada día, entre los que cuida las visitas a empresas con actividad en la región y cuida personalmente los contactos con las que se plantean invertir aquí.
Sin embargo, es ese perfil el que le mantiene como el político más valorado en Castilla-La Mancha y el favorito para seguir ocupando el palacio de Fuensalida, sede de la Presidencia y el Gobierno de Castilla-La Mancha.