«Si no consigo que los restos de mi madre sean encontrados y enterrados me dan ganas de borrarme de española». Son las palabras de María Martín, una vecina de la localidad toledana de Buenaventura que a sus 81 años ha vivido en primera persona el juicio en el Tribunal Supremo contra el juez Baltasar Garzón por haber abierto la investigación sobre los crímenes del franquismo. El suyo fue uno de los testimonios más emotivos de víctimas de la dictadura que se escucharon en la sala. También estuvo citado el abogado talaverano Fernando Magán.
Representa una de las muchas historias de personas desaparecidas durante la Guerra Civil y los años de la dictadura franquista. Sabe que ha sido afortunada por haberla podido contar ante la justicia y que todo el mundo se entere, aunque, tal y como ponía de manifiesto a encastillalamancha.es, «no digo ni la décima parte de lo que me ocurrió a mí y a mi familia».
Tan solo tenía seis años -y sus dos hermanos 12 y dos- cuando en 1936 fusilaron a su madre junto con 27 hombres y tres mujeres. También fueron a por su padre, que en ese momento estaba en el campo segando, y se lo llevaron prisionero. Pensaban que iba a correr la misma suerte, sin embargo él regresó de la cárcel. Los hechos ocurrieron en Pedro Bernardo (Ávila), su localidad natal, de donde salió en la década de los 70 para instalarse en Buenaventura.
María conoce el lugar dónde están los restos de su madre; con el ensanche que hicieron de la carretera ahora tiene tres metros de tierra encima. No ha dejado nunca de reclamarlos y de continuar la lucha que emprendió su padre, quien le pidió cuando estaba a punto de morir que hiciera todo lo posible por sacarla de la cuneta. Si bien ella ya no escucha las respuestas que daban a su padre -«le decían que la iba a sacar de ahí cuando las ranas criasen pelo»-, lamenta profundamente que todos sus intentos estén siendo en vano. No solo llamó a la puerta de Garzón; durante décadas ha escrito cartas a los reyes, a presidentes de Gobierno, a presidentes del Congreso, a fiscales, jueces… en definitiva, a una larga lista de «autoridades que me pudiesen ayudar».
No pide un juicio, solo que alguien la ayude; incluso pide perdón a todos aquellos que haya podido importurnar en todo este tiempo. «Yo quiero saber a quién tengo que acudir para enterrar los restos de mi madre» porque «no me gustaría que a nadie le hiciesen lo que le han hecho a ella».
Otro de los nombres citados en el juicio fue el del abogado Fernando Magán, quien presentó en la Audiencia Nacional numerosos casos de desapariciones. Cree que en España falta reconocimiento institucional sobre esta realidad y que es preciso que, para aclarar los hechos, se sigan las recomendaciones del Consejo de Europa de 2006. «Las cosas no se han cerrado democráticamente», apuntaba.