sábado, 23 de noviembre de 2024
IV CENTENARIO DE LA MUERTE DEL PINTOR 12/03/2014junio 9th, 2017

«El Greco y Toledo», última obra de Gregorio Marañón, publicada en 1956, se acaba de reeditar coincidiendo con el IV centenario de la muerte del pintor, una publicación en la que el médico y humanista recopila noticias del cretense y las contextualiza en la ciudad que le vio morir.

Ésta es la primera vez que el ensayo se publica desde la muerte de Gregorio Marañón, según ha explicado en la presentación de la obra su nieto, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, quien ha leído tres cartas escritas por el humanista a Luis Araquistáin, dirigente socialista de los años 30, en las que le habla de la edición del libro, de su éxito de ventas y de la religiosidad del Greco.


En la primera de las cartas, Gregorio Marañón le explicaba a Araquistáin la escasez de ilustraciones de cuadros del Greco que acompañan al texto, ante su convicción de que en una proporción a la inversa el texto queda «en un segundo plano» y de que el exceso de ilustraciones «atrofia la imaginación de la humanidad».

El prólogo de «El Greco y Toledo», publicado por RBA y presentado en la sede de la Fundación Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, está prologado por Fernando Marías, para quien el libro apunta el «complejo triángulo intelectual y vital» que existió entre el Greco y Marañón, con Toledo «no sólo como telón de fondo, sino como tercer pratogonista.

Para Fernando Marías, Marañón (Madrid, 1887-1960) proyectaba su vivencia religiosa personal «como instrumento interpretativo de la obra del Greco, aunque lo hiciera como experiencia compartida», y se fundían en el pintor y Toledo «no solo un genio y una ciudad, sino un problema historiográfico y un problema político, de convivencia social».

Leticia Ruiz, jefa del departamento de Pintura Española del Renacimiento del Museo Nacional del Prado y comisaria de la exposición «El Greco: Arte y oficio», que cerrará en el Museo de Santa Cruz el intenso programa de actividades del Año del Greco, ha considerado que la celebración del cuarto centenario de la muerte del pintor es «un buen momento» para recuperar obras como ésta.

«LA MIRADA CONTEMPORÁNEA» DE LA OBRA

Es preciso aprovechar el Año del Greco, según la conservadora del Prado, para «revisar» el conocimiento que existe del artista y «la mirada contemporánea» de su obra, aunque ha reconocido que muchas de las ideas recogidas por Gregorio Marañón en su última publicación están hoy «muy matizadas».

«Gregorio Marañón entendía Toledo como un destino supremo para El Greco; el único lugar donde tenía cabida su pintura», según Leticia Ruiz, quien ha afirmado que hoy esta aseveración hay que «matizarla» y ha concretado Toledo como «el final del camino para el cretense», que llega a la ciudad con 36 años y en la que se entiende mejor con sus intelectuales que con los artistas de la época.

En Toledo, el Greco, según la jefa del departamento de Pintura Española del Renacimiento, «se va acomodando a lo que le pide la feligresía toledana».

El «fracaso» de Doménikos Theotokópoulos por no haber alcanzado a expresar el misterio de su fervor con la plenitud que soñaba fue «una suerte para todos nosotros, porque le permitió ser él mismo», según Leticia Ruiz, quien ha recordado obras del Greco que «sobrecogen», como «El expolio de Cristo», recientemente restaurado en el Museo del Prado.

SU VISIÓN DE LA LOCURA

Además, para esta experta en el arte del pintor cretense también es «original» la forma en que Marañón aborda aspectos polémicos como su presunto astigmatismo, que le llevaría a alargar las figuras, o su «visión de la locura como muy cercana al misticismo».

Por todo ello, ha considerado que «El Greco y Toledo» es «una lectura muy recomendable» en un momento en el que se celebra el Año del Greco, una conmemoración que ayudará -ha dicho- «a trazar distintos aspectos de su vida y obra».

A ello también contribuirá la exposición «El Greco: Arte y oficio», con la que se cerrará el Año del Greco, en la que, entre otras obras, se reunirán los nueve Apostolados del pintor, cuatro procedentes de los fondos del museo del Prado y otros distribuidos en colecciones privadas de Europa y América.

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