El Carnaval es ese evento en el que podemos soñar con ser otra cosa. Somos más altos, somos más graciosos, nos ponemos esa falda, ese pantalón, que siempre nos dio vergüenza enseñar… El Carnaval trae consigo el misterio -«quién habrá detrás de esa máscara»-, las risas e incluso esperpentos en forma de disfraces. El Carnaval es comunal y también es turgente, que no es poco.
Por eso, desde encastillalamancha.es nos hemos acercado a una de las comparsas con más historia del Carnaval de Toledo. A unos vecinos que en 1984 decidieron que tenían que salir a las calles con disfraces hechos por ellos mismos, que sus motivos iban a ser originales y que estaban aquí para pasárselo bien. Hablamos con la comparsa que cada año forma la Asociación de Vecinos La Verdad, del Barrio San Antón de Toledo. Un barrio volcado con el Carnaval donde todo puede pasar, desde guardar un gran secreto durante meses hasta convertir a un curioso vehículo en su amuleto particular. Mira los vídeos y entenderás de qué hablamos.
La Asociación de Vecinos del Barrio de San Antón de Toledo guarda un misterio entre las paredes donde confeccionan los 30 disfraces que llevarán este año. Nadie sabe, excepto ellos, de qué se van a vestir hasta que aparecen en el desfile. «Somos muy originales, eso sí», cuenta Sagrario a modo de consuelo para los curiosos. Sagrario es, junto a Tomás, una de las que lleva saliendo más de 30 años por las calles de Toledo y una de las que nunca revela el secreto. Lo que sí sabemos es el nombre de la comparsa, «¡Lo que nos faltaba…!, ¡La Invasión!». Ahí lo dejamos…
«El primer año que se celebró un desfile-concurso de carnaval, ganamos. Marcamos el nivel a batir», bromea Tomás. «Hasta ahora tenemos buen currículum, siempre sacamos algún premio», dice Sagrario.
«Cada uno aporta su idea, su creatividad, probamos y vamos surgiendo. No tenemos un diseñador específico, va saliendo entre todos», prosigue. El proceso para hacer cada uno de los trajes es manual: deciden el disfraz, realizan los patrones y cosen cada uno de los 30 disfraces que salen a las calles de Toledo.
Una fiesta para todos
La fiesta para los vecinos de «La Verdad» se transmite de generación en generación. Sagrario empezó saliendo con sus hijos y ahora salen sus nietas. Rebeca, otra de las integrantes de la comparsa, dice que tiene una niña de tres años y su motivación, más allá del disfrute, es «ver si le gusta» a su hija. «Yo empecé con 9 años y tengo 42», ríe Tamara, que lleva toda la vida entre disfraces.
En los dos talleres que la asociación tiene en Toledo hacen de todo: diseñar, cortar, troquelar, coser, reír, llorar y hasta enfadarse alguna vez que otra. Nos cuentan que Vicente, uno de los veteranos de la comparsa, se llevó un rapapolvo el otro día. Nada serio, forma parte del juego.
La convivencia es diaria y eso ayuda a «hacer barrio», como dice Tomás. Al final, parece que casi lo del Carnaval fuera una excusa para estar juntos. «Nos ayuda a relacionarnos, a hacer grupo, a hacer barrio también. Aquí nos juntamos 10 o 15 personas trabajando. Hay relación que favorece la comunicación, la hermandad, la unión», relata uno de los veteranos.
«El yayo», pistolas de silicona y collares con huesos de pollo
Tanto tiempo juntos que, claro, pasan cosas… Un día se tuvieron que cubrir con bolsas de plástico porque la lluvia les impedía tirarse al suelo cuando iban vestidas de Transformers. Otro, tuvieron que guardar las pistolas de silicona en la carroza para terminar la comparsa en el propio desfile.
Los inicios de la comparsa de La Verdad estuvieron llenos de ingenio. «En la primera comparsa, un simple collar de una tribu africana lo hicimos con huesos de pollo que pedimos prestados al Hospital», ríe Tomás, mientras cuenta las dificultades que tenían para encontrar los materiales con los que diseñar los disfraces.
Para el desfile del sábado por las calles de Toledo han montado una buena fiesta. Tienen a Jorge, el coreógrafo y DJ que monta un pequeño espectáculo. Sin querer queriendo, Jorge nos da una pista sobre el disfraz y reconoce que la música que sonara este año será «música electrónica». «Lo más importante es que la gente baile y se lo pase bien», confiesa.
El curioso amuleto de esta comparsa es «El yayo», un camión con más años que muchos de los que salen en la comparsa. «Nosotros hemos triunfado ya», dice Tomás subido en el camión que les ha llevado «a todos sitios» y que les hace las veces de almacén. «Salimos a por el primer premio», se marcha el veterano a los mandos del «Yayo».