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empresas de clm 26/03/2014junio 9th, 2017

Su padre le dijo: «Todo el cliente que pase por la puerta es un cliente VIP». Una filosofía, que unida a ofrecer siempre la mejor calidad al mejor precio, define sin duda más de 60 años de historia de Casa Aurelio, en establecimiento que nació en el casco antiguo de Toledo en 1953 de mano de Aurelio, un joven que a sus 17 años (llevaba desde los 13 trabajando en la hostelería) apostó por emprender.

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José Antonio Montero es la tercera generación de un negocio que se define con un nombre, el de Aurelio, donde las carnes rojas son toda una referencia y la caza, una apuesta de la casa. «Un cliente quiere probar cosas que no ha probado nunca», comentaba a Encastillalamancha José Antonio, quien ponía como ejemplo el ciervo que preparan y que ha sorprendido a más de un cazador que ya le ha dicho eso de «esto no es ciervo».

En su currículo está el haber dado más de un servicio en la Casa Real e incluso el haber servido a más de 120 nobles de España. Por su casa ha pasado desde Steven Spielberg hasta estrellas de Hollywood, deportistas, cantantes o escritores. Su comida conquista y las anécdotas se suceden. Como aquella vez que Arturo Pérez-Reverte «me adelantó un poco de su nuevo libro, que iba de Italia»; o aquella otra que les visitó Morgan Freeman y pasó de ser serio a encantador en el transcurso de la comida. José Antonio llegó incluso a posar como «principito» con el rey Juan Carlos y la reina Sofía. Él estaba trabajando, los reyes se iban a hacer una foto y José Antonio se apartó. Sin embargo, el rey quiso que posase con ellos y bromeó diciendo que así parecía que estaba también el príncipe.

Estopa, el cantante Alejandro Fernández, la tenista Conchita Martínez, hace poco «la familia de Rajoy salvo él», el escritor Camilo José Cela, el futbolista Raúl… y también la actriz Elsa Pataky con más de un fotógrafo esperándola en la puerta del restaurante y, al final de la comida, José Antonio se ofreció para salir con ella e intentar disimular. No sirvió de mucho, porque les pillaron, pero por intentarlo…

Una de las anécdotas que recuerda con especial cariño fue aquella que vivió con su padre y Sonsoles Díez de Rivera. En agradecimiento por un servicio que habían dado quisieron hacerle un regalo y a su padre se le ocurrió llevarle un jamón. Si bien al principio a José Antonio le pareció poco adecuado, finalmente se lo llevaron y triunfaron porque nunca nadie le había regalado tal presente, como les reconocío posteriormente Díez de Rivera.

VOCACIÓN PARA ECHAR MÁS DE 17 HORAS AL DÍA

Lo de José Antonio es pura vocación. Tiene un grupo de profesionales en los que confía, pero es inevitable que esté pendiente de todo. Desde ir a las fincas a comprar los corderos hasta estar en sala. «Puedes llegar a echar hasta 17 horas en el negocio, absorbe todo lo que quieras», aseguraba este empresario toledano que tiene 12 trabajadores en plantilla, si bien de manera indirecta puede llegar a dar empleo a unas 200 personas.

Con estos datos no es de extrañar que asegure que «el empresario tiene un sentimiento de responsabilidad muy acusado». Al tiempo afirma que «un empresario hay veces que debe parar», eso sí, «tiene que estar pensando siempre, pero hay momento que este ritmo hay que pararlo para ver donde estás, mirar con perspectiva y confirmar así la trayectoria», porque no se puede olvidar que «un negocio es un elemento vivo» al que le influyen «modas, circunstancias».

60 AÑOS… Y LOS QUE VENGAN

Casa Aurelio cumplía 60 años con unos clientes que han ido cambiando y aumentando, ya que «vienen ahora a comer los hijos y los nietos de los que venían antes». La oferta de Casa Aurelio se completa con diferentes espacios, el Casa Aurelio Sinagoga y el Casa Aurelio Ayuntamiento, para poder disfrutar en el primero de ellos -por ejemplo- de un cuchifrito que se ha llevado reconocimientos del tipo «el mejor del mundo»; o de tapas y raciones en el segundo de los espacios un poco más informal.

Dos espacios diferentes porque el sector cambia y «hay que actualizarse en función del mercado». Un Aurelio que «está más vivo que nunca con la misma calidad de siempre», puntualizaba José Antonio quien reconocía que lo mejor de estos 60 años ha sido «convivir con mi padre en el negocio y haber aprendido de él» y, lo peor, «su ausencia» (falleció en diciembre de 2011).

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