A las 2:24 de la noche (hora local peninsular) del 12 de marzo, una brillante bola de fuego fue grabada por los detectores que la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN) opera en el Complejo Astronómico de La Hita, situado en La Puebla de Almoradiel (Toledo).
Estos detectores trabajan en el marco del Proyecto SMART, que se coordina desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) con el objetivo de monitorizar continuamente el cielo para registrar y estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes de distintos objetos del Sistema Solar.
A una velocidad de 53.000 kilómetros por hora
También la grabaron los detectores que este mismo proyecto de investigación tiene instalados en los observatorios de Calar Alto, Sierra Nevada, Sevilla, La Sagra (Granada), Huelva, Breda (Tarragona) y Sant Celoni (Girona).
Esta bola de fuego ha sido analizada por el investigador responsable del Proyecto SMART, el astrofísico José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC).
Según los resultados de este análisis, el fenómeno se produjo al entrar en la atmósfera terrestre una roca a una velocidad de unos 53.000 kilómetros por hora. La roca procedía de un asteroide. Estas rocas que se cruzan con la órbita de la Tierra reciben el nombre de «meteoroides». El brusco rozamiento de la roca con la atmósfera a esta enorme velocidad hizo que la roca (el meteoroide) se volviese incandescente, generándose así una bola de fuego que se inició a una altitud de unos 74 kilómetros sobre la localidad de Pedrezuela (Comunidad de Madrid).
Varias explosiones y ningún fragmento llegó al suelo
Desde allí avanzó en dirección noroeste y se extinguió a una altitud de unos 33 kilómetros sobre la localidad de Navalilla (Segovia). No obstante, la gran luminosidad que alcanzó este bólido hizo que pudiera verse desde más de 700 kilómetros de distancia de esos lugares.
A lo largo de su trayectoria la bola de fuego mostró varias explosiones que provocaron aumentos súbitos de su luminosidad y que se debieron a diversas rupturas bruscas de la roca. La distancia total que recorrió en la atmósfera la bola de fuego antes de extinguirse fue de unos 77 kilómetros. La roca quedó totalmente destruida en la atmósfera. Debido a esto, ningún fragmento consiguió llegar al suelo.