Quien diría que Kiko Veneno y Ariel Rot, que llevan toda una vida en la carretera, estarían más en forma que nunca. Aupados por un puñado de canciones que ya son historia del rock y la rumba en español y acompañados por una banda muy sólida, Rot y Veneno conquistaron las almas de las casi 1.000 personas que los esperaban en el Palacio de Congresos El Greco de Toledo. Un Greco a reventar en el segundo concierto del 40 aniversario de Castilla-La Mancha.
Veneno y Rot, Rot y Veneno, armaron una fiesta a la que invitaron a un tremendo agitador, seguramente el más peculiar de España, Tomasito, e hicieron un guiño a la ciudad que los acogía, con Julián Maeso al órgano Hammond, para dar el pistoletazo de salida a la gira de «Un país para escucharlo». Tomasito atrajo las miradas del público, porque infunde esa sensación, también en Rot y Veneno, de no saber qué va a hacer en el próximo segundo. Si va a saltar, a cantar por bulerías, a darte un abrazo o a marcarse un ‘zapateao improvisao’ soltando el micrófono como un péndulo para que coja el sonido de sus zapatitos celestes.
Fotos | El recital de derroche de Ariel Rot y Kiko Veneno en Toledo
«En un Mercedes blanco llegó» para una «dulce condena»
Los astros citaron a los asistentes a las 21.00 horas. Cinco guitarras sobre el escenario, entre acústicas y eléctricas, ya vaticinaban lo que iba a ocurrir en esas tablas gastadas de El Greco: que el riff y el cachondeo encenderían a un público que empezó rendido, sí, pero también tímido en el baile por la comodidad de los asientos.
En cuanto apareció la «Dulce condena» de Los Rodríguez, a las primeras de cambio, la entrega ya era total. «No importan los problemas, importa la solución». Y adiós a las ataduras. Arrancan Rot y Veneno. Ovación enorme para esta pareja de veteranos, 62 Rot y 70 Veneno, que reconocían que este era «el primer show del año» para ellos.
Desde ahí, la sucesión de éxitos llegó hasta el cielo. Bajo la filosofía de «una tu, una yo», los grandes himnos de los dos se intercalaban para hacer las mieles del respetable que se coreó todas. Los himnos de Los Rodríguez y de Tequila fueron la guinda al pastel que cocinaron a fuego lento los dos magos. La «Milonga del marinero y el capitán», el «Joselito» , «Oh mare» de Los Delinqüentes, «Hace calor» o «Te echo de menos» fueron las más celebradas de la noche para un dúo que se retiró del escenario para luego volver y ofrecer un bis final con unas perlas que todo collar querría tener.
«Salir de la casa con la sonrisa puesta», empezó Rot. Ahora sí, todo el público en pie. Un final apoteósico para un concierto en el que los magos sevillano y bonaerense han sentado las bases de cómo dar un concierto vibrante, entretenido y, sobre todo, que demuestra que las viejas glorias son menos viejas que glorias. El «Volando voy» se escuchó hasta en la Grecia, que con el zapateo de Tomasito y el Hammond de Maeso voló más que nunca.