Se acerca uno de los momentos más esperados. El silencio aguarda la madrugada del Jueves Santo al Viernes Santo a las puertas de la Catedral a la espera de una de las salidas procesionales más espectaculares. Los hermanos y costaleros del Cristo de la Vega vuelven a retar a los rincones más escondidos del casco histórico de Toledo para regresar a su refugio, la Basílica de Santa Leocadia.
Minutos antes, miles de momentos pasan por la cabeza de Pablo Méndez, personas que le han acompañado, pero que ahora no están a su lado, o incluso la mente es capaz de transportarlo a la primera vez que procesionó. Han pasado más de 40 años desde aquel momento, pero la emoción sigue intacta en sus palabras. Ahora, el Hermano Mayor de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Vega, prepara los últimos detalles para su día grande.
365 días de trabajo para que todo este perfecto el Viernes Santo
Una procesión de cuatro horas y media esconde un auténtico «frenesí«. Así nos lo explica Pablo, quien lo define como «un descontrol, en el que hay que estar atento de todo, pero del que se disfruta y se hace con mucho gusto». Son muchos meses de trabajo: preparación de costaleros, ensayos de la banda de cornetas y tambores, adquisición de las flores y de hábitos para los nuevos hermanos… «Para que todo este perfecto, son 365 días de trabajo» reconoce.
El paso del Cristo de la Vega es uno de los más pesados de Toledo, más de 800 kilos portados por un total de 20 personas. Pero tal y como afirma Pablo, capataz también del paso, tiene «la suerte» de contar con 40 cargadores. Y es que, cada año, más gente joven se anima a formar parte de esta cofradía, algo que, según admite, «nos viene muy bien, porque nos ayuda a los que llevamos 22 años».
Pese a que esta cofradía es de las más históricas de la capital regional, data del siglo XVII y se refunda en el 1929, la imagen del Cristo solo lleva 23 años, siendo portada por sus hermanos.
Todos ellos han dedicado muchas horas del mes de marzo. Ensayos durante los findes de semana, en los que perfeccionaban los movimientos por las zonas más estrechas del casco, la entrada por la puerta de la Basílica o el zigzag de la Bajada de la Cava. Son ensayos, según nos explica entre risas, para que «hagan un poco de callo en el hombro«.
La música también es una parte fundamental. Esta hermandad podría considerarse pionera por contar durante su salida procesional con una banda musical. Un equipo de hermanos, sobre todo jóvenes, que ayudan a los portadores a marcar distancias, pasos y el ritmo de la procesión.
Más de 90 años de delicadeza recorren Toledo, sonrisas y anécdotas
Si algo caracteriza a esta Hermandad es la elegancia y la delicadeza con la que se atreven a pasar por muchos puntos complicados del casco histórico. Uno de ello, se encuentra al entrar a la calle Alfileritos, donde hay un tramo al que ellos se refieren como «el embudo» por su manera de estrecharse, tanto que pasan rozando con las paredes. Un momento especial que continúa en la Plaza de los Carmelitas, donde la imagen se encuentra con la Virgen del Carmen.
Para poder atravesar por estos recónditos espacios han tenido que adaptarse. La hermandad tuvo que hacer una reestructura de la carroza con «brazos telescópicos» que permiten reducir el tamaño y personal para ello.
Otra de las paradas más emotiva tiene lugar en Santo Domingo el Real, donde la Cofradía del Cristo Redentor saca su imagen para cantar un miserere a los dos cristos juntos.
Son miles de momentos los que viven cada Viernes Santo todos los hermanos Hermandad del Santísimo Cristo de la Vega. Más de 90 años de historia dan para mucho. Muchas anécdotas, buenas y no tan buenas, como el año en el que hubo un percance con el paso durante la salida procesional. Pese a ello, Pablo prefiere quedarse con todo lo bonito que ha vivido.
La emoción se aprecia en su rostro cuando nos cuenta la historia de los faroles del paso. Cuatro faroles de más de 25 kilos cada uno, y que pese a ello, admite que no se cambiarán mientras que él siga en la hermandad. Unos faroles que fueron una donación del Hermano Mayor Honorífico, Francisco González.
«Mientras que yo este por aquí danzando, los faroles no se van a quitar porque es un recuerdo que tenemos de Paco, y eso no se va a quitar. Tienen 25 años, ahí siguen y ahí van a seguir», dice mientras muestra una sonrisa.
A falta de horas de su salida procesional, la ilusión se respira entre los cofrades de esta hermandad, una ilusión que mantienen año tras año para hacer que los toledanos se envuelvan en un ambiente lleno de emoción y recogimiento.
Fotos | Así es el trabajo para que el Cristo de la Vega luzca por las calles de Toledo