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viernes, 22 de noviembre de 2024
Cipriano González, el amigo de los pobres de Toledo. Foto: Sara M. Trevejo.
Cipriano González, el amigo de los pobres de Toledo. Foto: Sara M. Trevejo.
Descanse en paz un hombre sin igual - 11 abril 2023 - Toledo

Cipriano González, amigo de los pobres de Toledo, ha muerto esta misma mañana en la capital regional a los 86 años. Hombre muy conocido por su labor altruista para ayudar a los más necesitados, llevaba años repartiendo comida en el local de la ONG Socorro de los Pobres de la capital regional, que fundó en 1953, en el Paseo de Recaredo y frente a la tirolina. Y siempre, junto a él, sus inseparables «batas blancas», que no se separaron de él en ningún momento.


Fue galardonado en 2019 con un Premio Excelente de encastillalamancha.es.

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Cipriano González pasó hambre desde muy pequeño y…

Una labor que realizaba, tal y como ha contado en varias entrevistas en encastillalamancha.es, porque él pasó hambre cuando era pequeño, de hecho con 5 años ya iba pidiendo comida por las casas de su pueblo, Menasalbas (Toledo), y hacía todo lo posible para que nadie se acostara sin comer.

“Yo nunca he tenido ni una palabra con nadie. Ni la voy a tener. Jamás, porque aquí en casa se viene, se da y punto. No hay otro misterio”. Así era Cipriano González, popularmente conocido, ya en toda España, como “el amigo de los pobres”, y así nos lo contó hace ya muchos años. Ah, nunca aceptaba dinero. Sólo alimentos directamente llevados a la ONG o pagados al supermercado que cada cual elija para que luego se los lleven a Cipriano.

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No cató un plato de comida como Dios manda hasta los 4 años

El relato de su vida podría dar para una novela. Es lo que tiene nacer en agosto de 1936. El hambre, la guerra y la postguerra marcaron su infancia. Y la de sus ocho hermanos. La paga del padre apenas daba ni para pagar el pan. Del resto, ni hablamos. Un plato de comida como Dios manda no lo cató hasta los cuatro años, cuando un destacadamente militar en su pueblo, Menasalbas (Toledo) se apiadó de él. Para comer, lo que se dice comer, tuvo que esperar a llegar al Seminario o, como él dice, “hasta que me metí de fraile”.

Como no quiso cantar misa, se puso a trabajar y comenzó a ahorrar para traerse a Toledo a toda su familia, a un piso que alquiló y fue acondicionando con mucho esfuerzo. Puso a sus hermanos menores a estudiar y se buscó un lugar donde almacenar los alimentos que pedía personalmente donde creía que los había con el fin de repartirlos entre quienes carecían de ellos. Y es que el hambre es una experiencia que él combatía desde su más tierna juventud. Porque antes de almacenar acompañaba a los más necesitados a pedir, en tiendas o en familias.

Descanse en paz don Cipriano González.

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