Cuando vi la viñeta de los geniales Idígoras y Pachi en «El Mundo» del lunes exclamé: ¡Exacto, así es! Tal y como me imagino yo la noche electoral tras las elecciones europeas.
Para quienes no reparasen en la viñeta, se la describo: se ve a Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba en caída libre hacia el vacío y en pleno descenso el presidente del Gobierno exclama: «Ja, ja, ja… ¡¡¡Alfredo, según las encuestas, tú te vas a escoñar una décima de segundo antes que yoooo!!!».
La última encuesta sobre las elecciones europeas del 25 de mayo la ha realizado Sigma Dos para El Mundo y da la victoria al PP con una ligera ventaja. Otras se la han dado al PSOE. Y todas señalan que ambos van en caída libre en credibilidad y respaldo entre los españoles. Cada vez son menos los ciudadanos que declaran intenciones de votar y los que piensan seguir haciéndolo emigran cada encuesta en mayor número hacia otras formaciones hasta ahora minoritarias.
Sin embargo, el día 25 de mayo uno de los dos grandes quedará primero y estoy segura de que ese dato servirá para entonar una victoria sin paliativos, eludir la autocrítica y disimular todo lo demás, que no es ni más ni menos que una caída libre, como la magistral viñeta de Ángel y Francisco Javier Rodríguez Idígoras.
Aunque tanto las encuestas como los resultados de las elecciones europeas deben tomarse con cierta cautela a la hora de extraer conclusiones para la política española, hay argumentos que se perpetúan tanto en las encuestas de intención de voto nacional como en las europeas.
La primera es el fuerte castigo de los electores a los grandes partidos, agudizada por la crisis, sin duda, pero no solo por ella. Da la sensación de que los electores les culpan de no haber encontrado soluciones que repartieran la factura entre todos y que, por el contrario, son las clases medias y bajas las que se han llevado y se siguen llevando la peor parte.
La segunda conclusión que se extrae clara de las encuestas, den el ganador que den, es que el PP va a pagar caro electoralmente los recortes, la subida de impuestos y las leyes que más les han alejado de sus votantes del centro.
Y la tercera tesis que se observa machaconamente, sondeo tras sondeo, es que el PSOE no sube ni aunque el PP meta la tijera en casi todo. Sin líderes, porque no ha renovado y es evidente que Rubalcaba ya ha llegado a su techo electoral; y sin mensaje, los socialistas pueden volver a ser los grandes derrotados de la cita europea, si se cumple la última encuesta.
Sea cual sea el resultado, la noche del 25 de mayo los dos extraerán conclusiones positivas, porque se reflejarán en lo que pierde el de al lado y no en las propias fugas. Es decir, verán la mota de polvo en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
No sé quién caerá al vacío una décima de segundo antes, pero teniendo en cuenta que entre PP y PSOE van a perder casi 20 puntos de respaldo de una sola tacada, los dos habrán salido derrotados, aunque uno saque unos pocos escaños más que el otro.