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Artículo de opinión 03/05/2014junio 9th, 2017

«Si la generación de mediados de los 70 fue la generación de aquellos que nacieron con los primeros pasos a la democracia en España, la generación de mediados de los 80 somos la generación de aquellos que «nacimos» europeos.

Casi treinta años después de aquel 1 de enero de 1986 en el que España entró a formar parte de la Unión Europea, los jóvenes no somos totalmente conscientes de la vital importancia de formar parte de los veintiocho. No le damos la relevancia merecida y vemos Bruselas y Estrasburgo como algo lejano a miles de kilómetros de nuestras ciudades y pueblos.


Ni jóvenes ni mayores muchas veces no somos conscientes y no nos damos cuenta de que hoy el partido se juega en Europa y que de lo que se decida en el Parlamento Europeo o en la Comisión depende mucho el futuro no sólo de nuestro país sino también el de la juventud española.

A todos nos son conocidas las ayudas a nuestro campo, los intercambios universitarios bajo el programa Erasmus, de la financiación de obras e infraestructuras en nuestras ciudades y pueblos y los fondos FEDER. También hemos oído hablar el Fondo Social Europeo (FSE) mediante el cual se nos ayuda a fomentar el empleo y a mejorar las condiciones laborales de todos.

Y es que, como todos sabemos, en Europa se deciden asuntos tan importantes como los referentes a agricultura, alimentación, competitividad, transporte o energía, entre otros. Temas importantes de los que los jóvenes, y todos los españoles, nos beneficiamos directa o indirectamente.

Con el intercambio cultural entre estudiantes europeos, conocido como Erasmus, nuestro país ha sido los últimos años el primero en número de estudiantes enviados al exterior y, a la vez, el destino más solicitado por los jóvenes europeos. Entre 2014 y 2020, gracias al programa Erasmus Plus que contará con 14.700 millones de euros para toda Europa, se ofrecerán nuevas oportunidades de formación en el extranjero a más de cuatro millones de jóvenes europeos.

Pero si nuestra formación y educación es vital para la juventud en nuestro país y toda Europa, también lo es el empleo.

En el periodo 2014-2020, España recibirá 8.500 millones de euros por parte del FSE que se suman a los 8.000 millones recibidos entre 2007-2013. Fondos de los que parte que irán destinados a aquellos jóvenes que buscan su primer empleo y para ello necesitan una formación adecuada o que vuelven a incorporarse a la vida laboral.

En concreto 1800 millones de los 8.500 que recibiremos durante los próximos años irán destinados directamente a políticas de empleo juvenil. Además, por ejemplo, los jóvenes también nos veremos beneficiados con los 5.000 millones que irán destinados al fomento del empleo. Una ayuda importante.

Todas estas decisiones se toman entre todos los europeos en Bruselas y Estrasburgo. Por ello es vital que España tenga una amplia representación en aquellos grupos políticos que son decisorios y, en especial, en el Partido Popular Europeo, el grupo parlamentario más importante y con mayor número de eurodiputados.

No debemos dejarnos engatusar por cantos de sirena, en discursos bonitos pero que son irrealizables porque nunca contarán con el apoyo del resto de países de la UE.

Discursos con un euroescepticismo provinciano de unos; discursos de otros que sólo buscan el interés particular de candidatos tránsfugas o televisivos; o discursos de aquellos que nos negaron la crisis y hoy niegan que poco a poco -y gracias al esfuerzo de todos- estamos saliendo de ella. Discursos que vienen de gente que no son solución sino problema y que sólo saben aportar ruina, incertidumbre, desconfianza o división.

En las próximas elecciones al Parlamento Europeo es necesario apostar no por esos discursos volátiles sino por hechos reales y tangibles. Y a día de hoy sólo hay un partido en Europa y España serio y en el que se puede confiar: el Partido Popular Europeo.

Dar el apoyo a partidos que forman parte de grupos parlamentarios aislados es condenar a España al silencio y convertirla en un convidado de piedra con las consecuencias que puede conllevar al futuro y en la recuperación de nuestro país. Quedarse en casa y no participar en las elecciones puede obtener el mismo peligroso resultado.

La voz de nuestro país, la voz de los jóvenes, tiene que ser escuchada en Europa y sólo puede hacerlo si viene apoyada con un amplio respaldo y por gente respetable y respetada en la Unión Europea como el candidato español Miguel Arias Cañete o el candidato del Partido Popular Europeo a presidir la Comisión, el luxerburges Jean Claude Juncker.

En las próximas elecciones europeas, aquellos jóvenes que «nacimos europeos» y todos los españoles decidimos nuestro futuro en la UE. Nos jugamos mucho: muchas ayudas, mucho reconocimiento internacional y muchos millones de euros que nos ayudaran a generar empleo, a formarnos y salir de la crisis.

El próximo 25 de mayo decidimos si queremos ver el partido desde la grada o jugarlo en el terreno de juego. Decidimos si jugarlo en un equipo fuerte como los clubs de fútbol de nuestro país, que llegan a las fases finales europeas, o apostar por otros equipos que ni siquiera se clasifican para la primera ronda. El futuro de los jóvenes españoles depende de esta decisión».

Diego Vivas es concejal del Grupo Municipal Popular en el Ayuntamiento de Toledo.

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