La carrera está a punto de comenzar. A partir de la medianoche del 8 de mayo, después de los ejercicios de calentamiento que han realizado durante las últimas semanas de precampaña electoral, los partidos políticos van a intensificar su presencia en mítines, declaraciones en los medios de comunicación, mensajes en las redes sociales, ruedas de prensa y actos de todo tipo con un objetivo principal: intentar convencer a los electores para que el próximo día 25, cuando acudan a las urnas para elegir a los 54 representantes de España en el Parlamento Europeo, introduzcan en la urna la papeleta de cada uno de ellos como la mejor opción.
Primero tendrán que convencer al electorado para que acuda a votar, porque el descrédito por el que atraviesan los grandes partidos políticos, unido a la poca importancia que todavía conceden muchos ciudadanos a las elecciones europeas, hacen que las previsiones de participación apenas lleguen al 45 por 100 del total de los electores, lo que debería ser para los partidos una seria llamada de atención.
Además, todos ellos, pero de manera especial el que gobierna -PP- y el que aspira a hacerlo -PSOE-, en la campaña electoral deberían hablar mucho más de Europa, de la importancia que tiene para los ciudadanos españoles nuestra pertenencia a la Unión Europea, de que aquí es obligatorio aplicar muchas de sus decisiones sobre política económica, salud, medio ambiente, educación, política exterior y seguridad, libre circulación de trabajadores…
LOS TRASTOS A LA CABEZA
Por lo que ya se ha visto y se está viendo, algunos partidos sí van a centrar su campaña en Europa. Pero el PP y el PSOE, aunque también tendrán que referirse a las políticas europeas, parece que prefieren seguir tirándose los trastos a la cabeza, acusándose uno a otro de ser los culpables de todos los males que sufrimos los ciudadanos y presumir de lo bien que lo están haciendo o que lo hicieron, según quien hable.
Si quieren llegar y convencer a la ciudadanía en general, y no únicamente a sus afiliados y votantes, los candidatos y dirigentes políticos deberían reflexionar sobre la estrategia que van a seguir en la campaña electoral. Deberían pensar, también, en lo preocupantes que son para ellos los datos de la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), de los que no salen nada bien.
Según esa encuesta, solamente el 2,3 por 100 de las personas consultadas considera que la actual situación política de España es «buena» o «muy buena» frente al 79,5 por 100 que la ve «mala» o «muy mala» y al 15,9 por 100 que la califica de «regular».
MALA GESTIÓN DE PP Y PSOE
El 8,1 por 100 dice que la gestión del PP al frente del Gobierno es «buena» o «muy buena», pero para el 67,9 por 100 es «mala» o «muy mala» y para el 22,3 por 100 es «regular». Peor valorada todavía es la labor que hace el PSOE como principal partido de la oposición: solo el 3,6 por 100 la califica de «buena» o «muy buena», el 68,9 por 100 dice que es «mala» o «muy mala» y el 25,2 por 100 la ve «regular».
Más datos negativos para ambos partidos: Mariano Rajoy inspira «mucha o bastante confianza» al 12,1 por 100 de las personas a las que ha consultado el CIS y «poca o ninguna» al 86,4 por 100. El líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, inspira incluso menos confianza que el presidente del Gobierno: «mucha o bastante» al 7,8 por 100 y «poca o ninguna» 90,5 por 100.
Con esos datos, que reflejan un clima ciudadano mayoritariamente negativo contra los dos principales partidos políticos y sus líderes, el PP y el PSOE pueden optar por seguir discutiendo sobre quién de ellos ha hecho mejor las cosas cuando ha gobernado -lo que probablemente no importe nada a los casi seis millones de parados, porque sólo piden un puesto de trabajo con independencia del partido que lo consiga- o por explicar la importancia de Europa y las políticas que van a defender sus diputados en el Europarlamento.
PLURALISMO POLÍTICO
Cuando transcurran estos 15 días de mensajes y -que nadie lo dude- de permanentes trifulcas y acusaciones de «y tú más», los electores que acudan a las urnas deberán optar entre una de las 39 candidaturas que se presentan. La mayoría de ellas no tiene ninguna posibilidad de lograr un escaño y unas cuantas son meros experimentos que únicamente van a conseguir quitar algunos votos a PP, PSOE o a Izquierda Unida, pero tienen derecho a concurrir a las elecciones.
Conviene recordar que, según el artículo 1 de la Constitución, España es «un Estado social y democrático de Derecho» que propugna entre sus valores supremos «el pluralismo político»; no el bipartidismo, por mucho que al PP y al PSOE les interese defenderlo y presentarse cada uno de ellos como la única alternativa útil para hacer bien lo que el adversario político ha hecho mal. La práctica ha demostrado que no es así y, sabiéndolo, cada elector podrá decidir lo que considere conveniente a la hora de votar.
Y EN CASTILLA-LA MANCHA…
Mal comienza la campaña electoral en Castilla-La Mancha. El diario El Mundo ha publicado que el Gobierno regional, en la época de José María Barreda, indicaba por correo electrónico a la empresa Cuadrifolio -que organizaba los eventos del PSOE- cómo tenía que amañar sus facturas para lograr contratos a dedo incluso cuando era obligado convocar un concurso público por superar los 12.000 euros.
Barreda y el PSOE lo niegan y lo califican de un «burdo montaje», porque la dirección de internet desde la que se enviaron los mensajes no pertenecen a la Junta de Comunidades sino a un ciudadano de Texas (Estados Unidos) y, por tanto, es imposible que alguien del Gobierno regional los enviara a esa empresa. La Fiscalía ha abierto diligencias y sería deseable que la Justicia aclare pronto lo ocurrido, llegue al fondo del asunto y actúe contra quien proceda, tanto si es un «montaje» contra los socialistas para perjudicarles en la campaña electoral como si esta acusación tiene algún fundamento sólido.