A bordo del Greco 2014, y muy especialmente de la gran exposición «El griego de Toledo», la capital de Castilla-La Mancha vive días de récord de visitas y facturación en algunos sectores relacionados con el turismo. Cada jornada, de la mañana a la noche y de lunes a domingo, Toledo está lleno de gente y hasta los más escépticos y gruñones se impresionan de lo conseguido. Y es que ésta en una ciudad más acostumbrada a los daños que deja ser permanente campo de batalla política que a los efectos de la unidad en torno a una causa.
Greco 2014 ha conseguido, al menos en los primeros meses, que todas las instituciones que tienen sede en la ciudad, muy especialmente la Junta y el Ayuntamiento, si no se han puesto de acuerdo en todo, por lo menos no han impedido que la Fundación El Greco 2014 haga su trabajo y muy bien, por cierto, en un momento más que complicado para conseguir fondos y colaboración con la cultura.
La primera de las dos grandes exposiciones está desbordando todas las previsiones. En calidad y cantidad. En efecto, como titulan una y otra vez los medios cada vez que hacen crónicas de visitas a «El griego de Toledo», nadie quiere perderse al Greco. El 14 de junio tocará a su fin, pero no termina con ello la programación del cuarto centenario de la muerte del pintor cretense. Para septiembre está prevista otra gran muestra que también incluirá cuadros de colecciones internacionales que se verán por primera vez en España. «El Greco: Arte y Oficio» dará continuidad al conocimiento de la obra de Doménico Theotocópuli y seguirá atrayendo visitas a Toledo.
Tengo que reconocer que cuando José María Barreda dio a conocer que Gregorio Marañón sería el presidente de la Fundación Greco 2014, pensé eso de «otra vez Marañón, ¿es que no hay otro?». Hoy creo que su figura, su experiencia, su bagaje cultural y su inmensa agenda de contactos han hecho posible que Greco 2014 no coseche más que elogios o al menos mayoría de ellos frente a las críticas, que siempre hay, porque toda obra humana es mejorable.
Pero haber trabajado con dos presidentes autonómicos, Barreda y María Dolores de Cospedal, que lo mantuvo; haberlo hecho en medio de una crisis demoledora que ha sido tan cruel con la cultura como con los sectores que más la han padecido, haber sobrevivido a varios ministros de Cultura y a la siempre difícil cohabitación de tener un partido gobernando en el Ayuntamiento de Toledo y otro en la Junta son un cúmulo de obstáculos que exigen de una personalidad muy formada para poder mantenerse a flote e imponerse a los obstáculos y caprichos que ha debido ir sorteando por el camino. No habrán sido pocos ni de escasa dificultad. Políticos y patronos habrán puesto sus nervios a prueba más de una vez. Espero que no haya cedido a sus peticiones y caprichos, aunque de haberlo hecho mayoritariamente seguramente nada sería como está siendo.
Sin duda, no estaba al alcance de cualquiera conseguir fondos en plena tormenta económica y financiera, mientras el país miraba a la prima de riesgo y temía el rescate. Y él lo ha hecho para sacar adelante una programación de la altura de la que vamos a poder disfrutar, especialmente en sus exposiciones, pero no solo en ellas (ahí queda el concierto de Riccardo Muti).
Desde luego, haber conseguido reunir lo que hoy se muestra en «El griego de Toledo» y elegir a los comisarios y profesionales más adecuados tampoco era una tarea para cualquiera, incluso aunque hubiera dispuesto del dinero necesario.
En un momento de crispación y en el que nadie habla bien de nadie (salvo por dinero, claro), me parece justo hacer este reconocimiento sin que medie ni la una ni el otro en este artículo ni en este periódico.
Enhorabuena a Marañón y a su equipo por el trabajo realizado.