El Cuatro Rayas se despidió de la liga Asobal con una victoria ante Guadalajara, que de poco le sirvió al ganar Puerto Sagunto por un contundente 40-21 al Villa de Aranda, en un partido marcado por esa situación traumática de un histórico de la máxima competición nacional.
La tensión se hizo notar desde los primeros compases del partido y, aunque los vallisoletanos tomaron la iniciativa en el marcador con un parcial de 2-0 en el minuto 5, el conjunto manchego reaccionó inmediatamente, aprovechando los errores locales, fruto de la precipitación, para dar la vuelta al resultado (3-4).
El guardameta visitante, Almeida, se hacía fuerte en la portería, gracias a la organizada defensa de su equipo, de la misma manera que Lamariano se erigía en protagonista del conjunto morado para impedir que el Guadalajara aumentara la renta de tres goles (4-7) que había conseguido en el minuto 17.
De forma paulatina, el Cuatro Rayas fue capaz de superar la falta de concentración inicial para recomponerse, jugar con más fluidez y aprovechar los contraataques culminados por Fernando Hernández para equilibrar de nuevo el partido, que terminó con empate a diez goles al descanso.
Resultaba complicado mantener el tipo cuando sabían que, en el otro partido entre Aranda y Puerto Sagunto, del que dependían, los valencianos se imponían al descanso por 21-12, lo que les dejaba sin opciones en esa lucha por la permanencia y aún así, el Cuatro Rayas salió dispuesto a terminar con la cabeza alta en Asobal.
Así, con un parcial de 14-11, gracias a ese empuje con el que salieron tras la reanudación, obligaron a Mateo Garralda a solicitar un tiempo muerto para reorganizar a sus jugadores, pero la arenga no resultó efectiva, ya que el Cuatro Rayas aumentó la intensidad y con ella su casillero particular (18-13).
A pesar de saberse ya descendidos, los vallisoletanos apretaron los dientes y se entregaron para brindar un último triunfo a su afición, con un Lamariano magistral bajo los palos, el descaro de Lacasa y la veteranía de Fernando Hernández, que les permitieron decir adiós con la cabeza alta, tal y como había pedido el técnico, Nacho González, antes del encuentro.