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lunes, 25 de noviembre de 2024
Molino de viento en Consuegra. Foto: Sara M. Trevejo.
Molino de viento en Consuegra. Foto: Sara M. Trevejo.
¿Por qué La Mancha se llenó de "gigantes"? - 26 junio 2023 - Toledo

Los molinos de viento son uno de los grandes emblemas de Castilla-La Mancha. Cervantes elevó a los «gigantes» a la altura de icónicos en El Quijote, pero alguna vez se han preguntado por qué se construyeron. Los molinos de viento servían para moler el grano de las cosechas y producir las harinas con las que se elaboraban los panes y otros alimentos, pero hay una curiosidad que se esconde detrás de su construcción: un cambio climático impulsó su puesta en marcha en la Edad Media.

Así lo atestigua la tesis doctoral de la investigadora conquense Leonor Parra, defendida hace pocos días, y que está dirigida por el profesor Carlos Arteaga Cardineau, ambos del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid, y en la que demuestra que el paso del Periodo Cálido Medieval a la Pequeña Edad de Hielo provocó la construcción de los molinos eólicos de La Mancha.


La tesis doctoral realizada por Parra se titula «Hombre, paisaje y clima durante la Edad Media en los territorios de la Orden de Santiago en La Mancha Alta». En ella, según explica la propia investigadora a encastillalamancha.es, «se demuestran tres periodos climáticos: el Periodo Cálido Medieval, cálido y húmedo, que se dio del siglo XII al XIV incluido; la Transición Climática Bajomedieval«, denominada así por la autora y dada durante el siglo XV y los primeros 30 años del siglo XVI; así como «la Pequeña Edad de Hielo, fría y árida, la cual comenzó en el siglo XVI».

Un periodo de altas temperaturas y elevadas precipitaciones

La investigadora detalla que entre el siglo XII al XIV «se produjeron temperaturas más elevadas que las actuales, entre los 16 y los 18 ºC de media anual pero, aunque hacía técnicamente más calor, las temperaturas se repartieron anualmente de tal manera, que resultaban suaves para los habitantes de estas tierras».

Un tiempo de «bonanza climática» que hicieron brotar hasta 159 pequeñas poblaciones en los territorios que dependieron de la Orden de Santiago en La Mancha Alta. «Los Indicadores Climáticos de Origen Indirecto estudiados han revelado que existía una predisposición a que no helara: las temperaturas no bajaban de 0ºC y tampoco estaban por encima de los 35ºC. Eso permitió que algunas enfermedades como el ergotismo o Fuego de San Antón y la rabia se extendieran por estas zonas, provocando un fervor popular a San Antonio Abad y a Santa Quiteria. Igualmente, las aves migratorias, como las grullas, vivían de forma permanente en las ya inexistentes Tablillas del Záncara así como los osos tenían temporadas de hibernación mucho más cortos que los vistos durante el siglo XX», subraya Leonor Parra.

Además de esas altas temperaturas, también fueron tiempos de elevadas precipitaciones. «Si actualmente, en esta zona de La Mancha, llueve al año una media inferior a 600 mm anuales, en este periodo cálido se superaban los 800 mm de forma notable. Esto provocó que La Mancha no fuera esa zona árida que conocemos hoy en día», indica.

«La documentación medieval ha evidenciado un paisaje muy diferente, verde, lleno de prados y pastos que alimentaban el gran negocio que se organizó en torno al pastoreo ovino y, por lo tanto, en torno a La Mesta. Los campos se mostraban como un vergel, pero los ríos también recibían esas precipitaciones definiendo un caudal muy superior. Así, esta investigadora ha observado cómo se edificaron decenas de molinos hidráulicos en las riberas de los ríos Tajo y Gigüela, los cuales iban a perder su utilidad durante el siglo XV», detalla sobre la manera en la que se molía el grano en aquellos tiempos.

Este mapa ha sido realizado por la autora de la tesis doctoral para la misma.

Este mapa ha sido realizado por la autora de la tesis doctoral para la misma.

La bajada del caudal de los ríos dejó inservibles los molinos hidráulicos

Así, la investigadora relata cómo «poco a poco, los ríos fueron perdiendo aquel cuantioso caudal provocado por el Periodo Cálido Medieval. Se considera que durante el siglo XV se dio un cambio de un periodo climático cálido y húmedo a otro frío y árido. La autora, Leonor Parra, ha llamado a este cambio: Transición Climática Bajomedieval, ya que tuvo algo más de un siglo de duración, siendo tan relevante para el medio y la población que lo habita, que necesitaba tener protagonismo y nombre por sí mismo».

Fue durante esta transición climática cuando bajaron las precipitaciones de los 600 mm anuales, dando lugar a lo que la población llamaba “ríos de invierno” y, por lo tanto, dejando inútiles los molinos hidráulicos durante varios meses al año. Esa inutilidad e incomodidad para la población, que se veía obligada a recorrer decenas de kilómetros para moler su grano, fue la que provocó que una moda llegada de Europa se hiciera protagonista en el campo manchego: los molinos eólicos.

Y aparecieron «los molinos de torre»

Los llamados molinos de torre, de funcionamiento eólico, vinieron a solucionar el problema existente con la industria hidráulica alimenticia pero, también, se convirtieron en gigantes que impactaban en la psique de la sociedad, como bien dejó demostrado Cervantes en El Quijote, según explica la investigadora. «Su aparición es el ejemplo de cómo las sociedades se volvieron resilientes ante un cambio completo en el clima y en el medio que vivían», destaca.

Asimismo, Leonor Parra ha propuesto una cronología para estos periodos climáticos que retrasa la llegada de la Pequeña Edad de Hielo a La Mancha hasta el siglo XVI. Esta definición cronológica se ha advertido por la finalización de los brotes continuos de malaria, fiebres tercianas, que asolaron algunas poblaciones, pasando de las ya mencionadas 159 a las actuales 52.

El paludismo, añade Parra, aparece definido como una enfermedad de transición climática en esta zona y ayuda a definir unas temperaturas que debieron ver su disminución palpable en cuestión de 30 o 50 años. «Si las temperaturas medias anuales durante el Periodo Cálido Medieval estuvieron entre los 16 y los 18 ºC en esta zona, durante la Pequeña Edad de Hielo fueron de entre 14 y 16 ºC, lo cual significa que bajaron unos 4ºC en las medias anuales. En definitiva, a los habitantes de La Mancha les cambió la vida durante el siglo XV, pero supieron encontrar la resiliencia para sobrevivir y seguir explotando el medio en el que vivían a través de lo que debían ser las nuevas tecnologías de la época: los molinos eólicos», incide.

«— ¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza«, concluye la investigadora de la Autónoma de Madrid.

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