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sábado, 23 de noviembre de 2024
Los dos candidatos se interrumpieron continuamente y hablaron a la vez como en las tertulias de televisión - 11 julio 2023 - Madrid
Agustín Yanel Agustín Yanel

Los casi seis millones de personas que vieron o escucharon anoche el cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en Atresmedia probablemente se fueron a dormir muy desilusionados. Excepto quienes estuvieran previamente convencidos por el PSOE o el PP, el resto presenció un debate sin debate: apenas hubo propuestas concretas por parte de ninguno de los candidatos, Feijóo mintió reiteradamente con datos falsos o medias verdades que le habían preparado sus asesores, y Sánchez no supo rebatir esas falsedades y se limitó a repetir «eso es mentira, no es verdad».

En contra de los datos oficiales y de lo que dicen distintas instituciones de España y de la Unión Europea, Feijóo afirmó -sin ruborizarse- que Sánchez es el presidente del Gobierno que menos empleo ha creado y que Mariano Rajoy creó más. Falso. Que en España se paga la luz un 40% más cara que en Europa. Falso. Que España es el último país de la UE en recuperar el Producto Interior Bruto al nivel previo a la pandemia. Falso, porque el PIB español ha registrado un crecimiento interanual del 4,2% en el primer trimestre de 2023, cuatro veces más que la media europea.


También dijo Feijóo que ahora hay 43.000 autónomos menos que cuando gobernaba el PP. Falso. Que ha aumentado la ocupación de viviendas y los allanamientos. Falso. Que Galicia, donde él ha gobernado, es la única comunidad autónoma con las escuelas infantiles gratuitas. Falso.

Un guirigay de tertulia de televisión más que un debate electoral

Ante ese cúmulo de datos falsos o medias verdades, y unos cuantos más, Pedro Sánchez apenas pudo repetir una y otra vez «eso no es verdad», «déjeme hablar», «mentira…». Ambos se interrumpieron uno a otro contínuamente durante los 100 minutos del debate no debate, hablaron a la vez sin que a veces se pudiera escuchar lo que decían y no respetaron en ningún momento ni las pocas preguntas ni las peticiones de no interrumpirse que les hicieron los moderadores Vicente Vallés y Ana Pastor. En ocasiones, más que un debate electoral parecía uno de los guirigáis que con tanta frecuencia se ven en las tertulias de televisión.

Ni el todavía presidente del Gobierno en funciones ni el aspirante a desajolarle de la Moncloa dijeron ni una sola palabra de las medidas que van a adoptar sobre el cambio climático, pese a que España sufre actualmente una tremenda ola de calor. Tampoco hablaron de sus planes para la juventud, la inmigracióno o la España vaciada y apenas pasaron de puntillas, con alguna frase suelta, sobre la vivienda, los problemas de la sanidad pública, la cultura o la guerra de Ucrania. ETA, Bildu y los indultos a los independentistas catalanes, eso sí, ocuparon parte del tiempo.

Debates para convencer al electorado más que para vencer al adversario

En los medios de comunicación en general ha habido un inusual consenso en decir que el debate lo ganó Alberto Núñez Feijóo. Muchos tertulianos de radios y televisiones también han coincidido en ese veredicto. Pero los debates electorales, además del legítimo deseo de cada participante en ganar a su adversario, deberían servir para que presentaran sus propuestas a la ciudadanía y para convencer al electorado más que para vencer en esa pelea dialéctica. El cara a cara en Atresmedia, único que se va a celebrar entre los dos candidatos con más posibilidades de presidir el Gobierno porque el aspirante Feijóo no quiere hacer más, no sirvió para esos fines. Ha sido una ocasión perdida.

Los debates electorales deberían estar regulados en una ley, con carácter obligatorio en todas las convocatorias electorales. Y, con independencia de los que organicen los medios de comunicación privados y acepten los candidatos, debería ser obligatorio celebrar debates en RTVE, la radiotelevisión pública que paga la ciudadanía con sus impuestos.

Desde el PP han puesto excusas para rechazar el debate en RTVE: primero dudaron de la «neutralidad» de la radiotelevisión pública, una corporación que padeció los más vergonzosos niveles de manipulación informativa durante los gobiernos del PP. Después, Feijóo exigió que, además de Sánchez, él, Santiago Abascal y Yolanda Díaz (candidatos a presidir el Gobierno), participaran también representantes del PNV, Bildu y ERC, con el argumento falso de que estos partidos son los socios del Gobierno. Esos partidos han apoyado unas leyes del Gobierno y han rechazado otras, pero no han formado parte del Ejecutivo, algo que sí ocurre con el PP y Vox en varias comunidades autónomas y en más de un centenar de ayuntamientos. Excusas y más excusas.

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