«Hoy se cumplen cinco años de la ausencia de Vicente Ferrer, un ser humano que transcendió las fronteras de la indiferencia y el olvido. Quienes tuvimos la oportunidad de conocerle y formamos parte de su acción ejemplar, para hacer frente a la pobreza, la violencia de género y la discriminación de las personas más desfavorecidas de la India rural, continuamos su labor caminando con determinación. Como afirmaba Vicente: «El desarrollo de la humanidad con dignidad es una acción viva que trasciende el tiempo».
Para Vicente «el convencimiento de transformación en cada ser humano, a través de la acción buena, genera una fuerza enorme que hace posible una vida maravillosa para todas las personas», sobre todo, en un mundo donde la exclusión social, la violencia machista, la depredación del medio ambiente, la opresión y diferenciación por castas y clases, siguen arrebatando la dignidad a millones de personas.
Vicente Ferrer nos dejó un legado de transformación y de acción. «Trabajar para el desarrollo no se limita a trabajar para combatir la pobreza, sino también a esparcir nuestro corazón por todo el mundo, y dirigir nuestra acción para concienciar a todas las personas». Hoy, después de cinco años, este compromiso se mantiene vigente.
El modelo de desarrollo que legó Vicente tiene dos pilares. El primero es la permanencia en el tiempo, bajo el entendimiento de que la cooperación no ha de ser provisional, sino que ha de generar y mantener vínculos de colaboración estables en las comunidades. El segundo es su integralidad, es decir, implicar las capacidades individuales y colectivas para erradicar la pobreza, las desigualdades, las violencias y la discriminación desde una visión de interdependencia y participación, haciendo de las comunidades protagonistas de su propio destino.
El Proyecto de la FVF ha tenido un reconocimiento significativo en el ámbito de la cooperación internacional. No fue casual que durante el 2010 en Bruselas, en el marco del debate sobre la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, se analizó el modelo de acción global que la Fundación ha implementado en la India rural y se valoró que podría trasladarse a la política de desarrollo de la Unión Europea. Allí tuvimos la ocasión de compartir la experiencia y práctica de acción transformadora de nuestro programa integral.
Ana Ferrer dijo en su momento: «Esta organización con Vicente, o cuando el tiempo pase, sin Vicente, continuará». Su filosofía de vida y su acción transformadora siguen marcando el paso de cada uno de los proyectos de esta organización. Sobre todo, porque Vicente continúa interpelándonos. «Todo lo que te ocurre a ti, me ocurre a mí. No puedes mirar el sufrimiento de otros sin sentirlo dentro de ti… Puedes mirar o no mirar, pero ese sufrimiento te duele a ti también, y cuando te das cuenta te sientes responsable y piensas: ¿qué puedo hacer?»
La fuerza colectiva es uno de los elementos característicos de nuestra acción en la India Rural. Para Vicente todo sueño y deseo podían transformarse en realidad si esa fuerza era empujada por hombres y mujeres con sentido de la justicia. Todo es posible si te rodeas de aliados con ideas firmes y amplitud en la mirada, personas que salen de su zona de confort y exploran otros horizontes en los que la palabra pobreza adquiere otra dimensión, donde no existen los derechos humanos, donde los abusos más crueles son ignorados. Esos que se identifican con el dolor ajeno se produzcan donde se produzca, aquellos que en lugar de mirar a otro lado hacen una apuesta clara por una causa noble. En ellos se apoyó Vicente Ferrer y sigue apoyándose la Fundación tras su muerte. «Un día deseé tener miles de manos, miles de cerebros, miles de días, miles de rupias para ser capaz de acabar con la pobreza. Entonces, me di cuenta de que contaba con la solidaridad humana para lograr este objetivo».