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23/06/2014junio 9th, 2017

El año 2015 será clave para el arranque del Almacén Temporal Centralizado (ATC) de Villar de Cañas (Cuenca), ya que es la fecha en la que la Empresa Nacional de Residuos Nucleares (Enresa) calcula dispondrá del permiso de construcción.

Según el director técnico de esta entidad pública, Álvaro Rodríguez Beceiro, ya han empezado a trabajar con el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), cuyo informe es preceptivo para la construcción de esta instalación que gestionará los residuos radiactivos procedentes de las centrales nucleares españolas.


Enresa estima que a finales de 2015 contará con la citada licencia de construcción, por lo que prevé que a finales del año siguiente, 2016, esté construido el almacén de espera de contenedores, donde, entre otros, reposarán los materiales radiactivos de la central de Vandellós I, que ahora van a Francia.

Finalmente, para abril de 2018 estarán construidas las bóvedas subterráneas de la instalación principal, que será muy parecida en tecnología, instalaciones y funcionamiento al que existe en la localidad holandesa de Borselle, aunque por fuerza será mucho mayor.

La razón es que el de Holanda acumula el combustible gastado y los residuos de alta actividad que generan su dos centrales nucleares, una de ellas ya parada, y el de España tendrá que gestionar los de ocho centrales en funcionamiento, además de Zorita y Vandellós I, ambas ya cerradas.

Dicho de otra manera el ATC de Cuenca acogerá 7.000 toneladas mientras que el holandés, que funciona desde 2003 está preparado para un máximo de 600.

El de Holanda, conocido por las siglas de Habog, cuenta con un edificio principal con muros de hormigón de casi dos metros de grosor.

Se trata de una instalación con aspecto de almacén industrial, y con una llamativa fachada pintada en color naranja que luce en letras muy grandes la fórmula de Einstein (E=mc2), que es una de las bases de la energía atómica.

La infraestructura, de carácter temporal, está pensada para cien años, y según sus impulsores, el edificio podría resistir un terremoto nivel 5 en la escala de Richter, el impacto de un avión F-16, además de posibles agresiones del mar y explosiones de gas licuado.

Pero habrá diferencias, el holandés no lleva asociados laboratorios de investigación y un parque empresarial como el ATC español, que, por otro lado, está diseñado para resistir terremotos de magnitud 8 en la mima escala.

En términos económicos, el Habog requirió una inversión en torno a los 150 millones de euros, y el presupuesto del español ronda 900 millones.

El ATC es, según Enresa, un «proyecto de Estado» lanzado durante la época socialista y aprobado durante el Gobierno del PP, que se estima creará unos 70 empleos directos fijos por parte de Enresa, y entre 300 y 500 vinculados a la construcción de almacén y su complejo, durante 5 o 6 años.

Las ONG apuntan como talón de Aquiles al transporte de los residuos desde las centrales hasta el almacén, pero Enresa insiste en que hasta la fecha no se ha producido ningún accidente de consecuencias radiológicas en este tipo de transporte.

Según la empresa pública, la seguridad está garantizada por el blindaje de los contenedores que, para obtener su homologación, son sometidos a pruebas extremas.

Enresa tiene una experiencia de más de 26 años de transporte de residuos radiactivos de baja y media actividad, y asegura que en ese periodo, se han realizado cerca de tres mil expediciones y recorrido más de tres millones de kilómetros sin incidencia alguna.

En 1992 Enresa puso en marcha el Almacén Centralizado de El Cabril (Córdoba), donde se gestionan todos los residuos radiactivos de baja y media actividad que se generan en España en centrales nucleares, hospitales, industrias y centros de investigación.

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